lunes, 9 de diciembre de 2013

Día 65: Crisis de Personalidad

En episodios anteriores... Día 17, Día 44



A ver, tú, diario de las narices. Que digo yo, que no me agobies, que si no quiero escribir todos los días lo haré cuando me dé a mí la gana. ¡Cojones ya! Que aquí si no se pone uno serio, lo avasallan.

Vale, vale… Ya me tranquilizo, es que me enerva el puto diario este. A ver, qué cuento hoy…

 Hace ya más de dos semanas que abandoné mi Alicante natal, e inicié mi peregrinación hacia el oeste. Antes de salir de aquella magnífica casa llené una mochila con algunos artículos que creía me podían ser de utilidad. El tipo, además de la colección de música en varios formatos, también tenía una buena colección de métodos de audio móviles. Yo me agencié dos, un iPod y un Walkman de casetes. Es obvio que el mp3 es más moderno, cabe más música y demás, pero ante la duda de si va a seguir habiendo corriente eléctrica durante mucho tiempo, decidí llevarme también el Walkman, junto con un buen surtido de pilas y de casetes que grabé en los días previos a mi partida. También incluí algo de ropa y algunos víveres, por si apretaba el hambre durante el camino y no había humano que echarse a la boca.

Durante el camino fui haciendo varias paradas, de un día o dos a lo sumo, en varios grupos de zombis. Todos ellos igual de amables, de festivos y de optimistas. De no ser por el olor, las ropas raídas y los pelos enmarañados, parecerían comunas hippis. Eh… Bueno, nosotros usamos más el jabón y menos el LSD. Ah, y también nos diferencia de los hippis y los okupas que nosotros nos hemos visto abocados a ello…, bueno abocados y a bocados… Abocados y a bocados, ¿lo pillas? Abocados y a bocados… Madre mía me vivo de la risa yo solo… En fin… ¿Por dónde iba?

Ahora llevo ya unos cuantos días a las afueras de Villena, en una urbanización que hay junto a un campo del golf. Hay que reconocer que siendo zombi vivo mejor que cuando era un simple humano.

Aquí me he hecho muy amigo de Gorka y de Crystal, a pesar del lío en el que me metí el primer día.

-          Hola, ¿qué tal? Eres nuevo por aquí, ¿no? – Dijo Gorka con la característica sonrisa de zombi.
-          Sí, hola. Yo soy Vito.
-          Hola Vito, yo soy Gorka. Y esta de aquí… – Hizo un gesto con la mano hacia una bella señorita. Ella misma se presentó.
-          Yo soy Crystal.
-          Ah… ¿Eras stripper?
-          ¿Qué?
-          ¿Eh? ¿qué? ¿perdón?
-          ¿Qué me has dicho? – De no ser porque los zombis no somos caníbales, habría temido que me comiera
-          No nada, nada… Es igual… Parece un sitio agradable este. – Traté de reconducir la conversación, pero no hubo suerte.

Crystal  ha estado dos días que sin dirigirme la palabra. Sin apenas mirarme, sólo refunfuñando entre dientes, algo que parecía ser maldiciones. Con el tiempo se ha dado cuenta que no era por maldad, es que yo tengo el cerebro justo para pasar el día.

No quiero despedirme por hoy sin dejar constancia de algo curioso que pasó ayer. A media mañana Gorka y Natalio, un zombi ya de avanzada edad, me invitaron a que les acompañara. Nos adentramos en una arboleda cercana y aún no me creo lo que allí presencié.

-          Hola Pérez. – Era la voz de Natalio. Salía con ese típico seseo de quien no tiene todos los dientes en su sitio.
-          Natalio, ¿otra vez por aquí? – Se oyó tras uno de los árboles.
-          Sí, necesito dos premolares y un incisivo.
-          Como no lleves más cuidado me voy a hacer rico contigo…

Y allí apareció era una especie de ratón, con tutú y alitas en su espalda. Tras superar mi sorpresa y aun con gesto atónito le pregunté a Gorka.

-          ¿Ese es…?
-          Es Pérez. El Ratoncito Pérez, sí. O la Hada de los Dientes, según.
-          Pero... ¿Existe?
-          ¿No lo ves?
-          Sí, joder, pero me refiero… ¿No es un mito? ¿Una leyenda?
-          ¡Coño, Vito! ¿Lo ves o no?
-          Que sí…
-          Pues es cualquier cosa menos un mito. De hecho está un poco… – Hizo un gesto con la mano junto a su cabeza, indicando que le faltaban un par de tornillos, alguna tuerca y varias docenas de arandelas.
-          ¿Y eso? – Bajé el tono de voz, a uno más adecuado para chismorrear.
-          Bueno tío, imagina. Tiene un desorden de personalidad múltiple. Pero en su caso se agrava, es macho y hembra. Hada de los dientes y ratón. El lío que tiene que llevar en la cabeza…
-          Ya imagino… ¿Y que hace con los dientes?
-          Trafica.
-          ¿Eh? – Ya ni menciono la cara de sorpresa, debía ser épica por el gesto de risa contenida que tenía Gorka.
-          ¿Qué pensabas que hacía con ellos? Los revende. O bien sueltos, o en grupos. Si se lo encargas con tiempo te hace un apaño la mar de majo.
-          Pero... ¿A quién se los vende? ¿A los humanos?
-          Tío, hay que explicártelo todo… Por lo general a los seres de las sombras, a los no vivos, ya sabes. Criaturas, monstruos. Aunque ahora se está forrando con nosotros. Entre que comemos como salvajes y se nos caen solos, y cuando no es así siempre hay algún humano desesperado que nos suelta un viaje con un palo o algo.
-          Muerto me has dejado. O vivo… Bueno, ya me entiendes. – Si Pérez tenía crisis de personalidad, yo empezaba a vivir en un asombro continuo.

Con las tres piezas que necesitaba Natalio, con las risas contenidas de Gorka y con mi más que duradera cara de estupefacción volvimos al campamento. Cosas veredes, querido diario…


Continúa aquí...

 Canción para amenizar el texto: Personality Crisis - New York Dolls

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