El pueblo en cuestión era Minkville. Era ese
cómo podía haber sido cualquier otro, soy incapaz de distinguirlos a simple
vista. Pero era allí dónde nos mudamos Tom y yo, aunque la cosa seguía como si
no nos hubiéramos movido de Ashtown. El mismo atolladero con distinto nombre.
Lo que nos encontramos allí era poco más o
menos lo que me había ido relatando Tom durante el viaje y que, a su vez, era
algo muy similar a lo que teníamos en Ashtown. Nos movimos para estar en el
mismo sitio.
- ¿Ninguna relación entre las víctimas? -
Odiaba ser repetitivo tanto como odiaba estancarme en una investigación.
- Ninguna. - Contestó el jefe de la policía
de Minkville.
Habían sido cinco casos allí. Sin relación
entre sí, de distinta edad, clase social... Demasiadas coincidencias para ser
casualidad. La única diferencia era el tiempo. En éste había transcurrido casi
un mes desde el primer suicidio, en lugar de una semana.
Procedimos a revisar los informes
policiales, los informes forenses, las pruebas... Aparente suicidio.
- No puede ser casualidad Tom.- Le dije ya
en la habitación del motel.
- Tampoco podían ganar la liga de baseball
los Mariners y lo hicieron.
- Cierto, y sacamos una buena pasta de
aquello.
- ¿Gracias a quién?
- A ti, Tom, a ti... Pero volvamos al
presente. - Fue mi manera de decirle que dejara de tocarme la moral.
- Cómo quieras. Cinco víctimas sin nada
sólido que las una, más cuatro del otro pueblo: nueve víctimas. Ese es nuestro
presente.
- Vaya mierda de presente.
- Bueno, ya sabes...
- Sí, nos pagan por cosas así. No vas a
heredar la Oficina, por mucho que te pongas así.
- Es una mierda de presente, pero es el que
tenemos. ¿Qué quieres? No me voy a pegar un tiro.
- El diez es un número bonito... - Tenía que
aprovechar estas ocasiones para devolverle sus puñaladas.
- Me gusta más el nueve.
- ¿Qué sabemos del tal Theodore? - Dije
mientras leía las declaraciones que nos había facilitado la policía.
- Que trabajaba en el supermercado,
repartiendo los pedidos. Tuvo relación con todas las víctimas, así como con la
casi totalidad del pueblo.
- Y ha desaparecido.
- Se fue hace más de un mes, sí.
- ¿Más de un mes?
- Sí, cuando el primer suicidio él ya no
estaba en el pueblo. No se le puede relacionar, si es lo que estabas pensando.
- Vaya mierda de presente Tom...
- Es el que tenemos. Pero oye, siempre puede
ir a peor.
- Así me gusta, que reine el optimismo.
- Es un hecho John, no sería la primera vez.
- Espero que no tengas razón. Quiero salir
de aquí cuanto antes. No jodas tú ahora tentando al Diablo y liando más la
madeja.
- No, si aún será culpa mía...
- Por si acaso.
- ¿Qué te parece si probamos estas camas de
apariencia tan incómoda?
- Me parece lo más sensato que has dicho en
mucho tiempo, eso me parece.
- Pues ya que coincidimos en algo,
hagámoslo. Y ya veremos lo que nos tiene preparado el Diablo para mañana.
- Tom...
- Vamos, no me irás a ser supersticioso
ahora, después de todo lo que hemos visto.
- Olvídame.
- Que descanses cielo.
- Olvídame.
Hasta aquí he leído hoy y seguiré haciéndolo en cuanto pueda. Ahora voy a escribir.
ResponderEliminarQue conste que está muy interesante. Quisiera saber cómo van a asalir de ese lío este par.
Un saludo.