A ver, tú, diario de las narices. Que digo yo, que no me
agobies, que si no quiero escribir todos los días lo haré cuando me dé a mí la
gana. ¡Cojones ya! Que aquí si no se pone uno serio, lo avasallan.
Vale, vale… Ya me tranquilizo, es que me enerva el puto
diario este. A ver, qué cuento hoy…
Hace ya más de dos
semanas que abandoné mi Alicante natal, e inicié mi peregrinación hacia el
oeste. Antes de salir de aquella magnífica casa llené una mochila con algunos
artículos que creía me podían ser de utilidad. El tipo, además de la colección
de música en varios formatos, también tenía una buena colección de métodos de
audio móviles. Yo me agencié dos, un iPod y un Walkman de casetes. Es obvio que
el mp3 es más moderno, cabe más música y demás, pero ante la duda de si va a
seguir habiendo corriente eléctrica durante mucho tiempo, decidí llevarme
también el Walkman, junto con un buen surtido de pilas y de casetes que grabé
en los días previos a mi partida. También incluí algo de ropa y algunos
víveres, por si apretaba el hambre durante el camino y no había humano que
echarse a la boca.
Durante el camino fui haciendo varias paradas, de un día o
dos a lo sumo, en varios grupos de zombis. Todos ellos igual de amables, de
festivos y de optimistas. De no ser por el olor, las ropas raídas y los pelos
enmarañados, parecerían comunas hippis. Eh… Bueno, nosotros usamos más el jabón
y menos el LSD. Ah, y también nos diferencia de los hippis y los okupas que
nosotros nos hemos visto abocados a ello…, bueno abocados y a bocados… Abocados
y a bocados, ¿lo pillas? Abocados y a bocados… Madre mía me vivo de la risa yo
solo… En fin… ¿Por dónde iba?
Ahora llevo ya unos cuantos días a las afueras de Villena,
en una urbanización que hay junto a un campo del golf. Hay que reconocer que
siendo zombi vivo mejor que cuando era un simple humano.
Aquí me he hecho muy amigo de Gorka y de Crystal, a pesar
del lío en el que me metí el primer día.
-
Hola, ¿qué tal? Eres nuevo por aquí, ¿no? – Dijo
Gorka con la característica sonrisa de zombi.
-
Sí, hola. Yo soy Vito.
-
Hola Vito, yo soy Gorka. Y esta de aquí… – Hizo
un gesto con la mano hacia una bella señorita. Ella misma se presentó.
-
Yo soy Crystal.
-
Ah… ¿Eras stripper?
-
¿Qué?
-
¿Eh? ¿qué? ¿perdón?
-
¿Qué me has dicho? – De no ser porque los zombis
no somos caníbales, habría temido que me comiera
-
No nada, nada… Es igual… Parece un sitio
agradable este. – Traté de reconducir la conversación, pero no hubo suerte.
Crystal ha estado dos días que sin dirigirme la
palabra. Sin apenas mirarme, sólo refunfuñando entre dientes, algo que parecía
ser maldiciones. Con el tiempo se ha dado cuenta que no era por maldad, es que
yo tengo el cerebro justo para pasar el día.
No quiero despedirme por hoy sin
dejar constancia de algo curioso que pasó ayer. A media mañana Gorka y Natalio,
un zombi ya de avanzada edad, me invitaron a que les acompañara. Nos adentramos
en una arboleda cercana y aún no me creo lo que allí presencié.
-
Hola Pérez. – Era la voz de Natalio. Salía con
ese típico seseo de quien no tiene todos los dientes en su sitio.
-
Natalio, ¿otra vez por aquí? – Se oyó tras uno
de los árboles.
-
Sí, necesito dos premolares y un incisivo.
-
Como no lleves más cuidado me voy a hacer rico
contigo…
Y allí apareció era una especie de ratón, con tutú y alitas
en su espalda. Tras superar mi sorpresa y aun con gesto atónito le pregunté a
Gorka.
-
¿Ese es…?
-
Es Pérez. El Ratoncito Pérez, sí. O la Hada de
los Dientes, según.
-
Pero... ¿Existe?
-
¿No lo ves?
-
Sí, joder, pero me refiero… ¿No es un mito? ¿Una
leyenda?
-
¡Coño, Vito! ¿Lo ves o no?
-
Que sí…
-
Pues es cualquier cosa menos un mito. De hecho
está un poco… – Hizo un gesto con la mano junto a su cabeza, indicando que le
faltaban un par de tornillos, alguna tuerca y varias docenas de arandelas.
-
¿Y eso? – Bajé el tono de voz, a uno más
adecuado para chismorrear.
-
Bueno tío, imagina. Tiene un desorden de
personalidad múltiple. Pero en su caso se agrava, es macho y hembra. Hada de
los dientes y ratón. El lío que tiene que llevar en la cabeza…
-
Ya imagino… ¿Y que hace con los dientes?
-
Trafica.
-
¿Eh? – Ya ni menciono la cara de sorpresa, debía
ser épica por el gesto de risa contenida que tenía Gorka.
-
¿Qué pensabas que hacía con ellos? Los revende.
O bien sueltos, o en grupos. Si se lo encargas con tiempo te hace un apaño la
mar de majo.
-
Pero... ¿A quién se los vende? ¿A los humanos?
-
Tío, hay que explicártelo todo… Por lo general a
los seres de las sombras, a los no vivos, ya sabes. Criaturas, monstruos.
Aunque ahora se está forrando con nosotros. Entre que comemos como salvajes y se nos
caen solos, y cuando no es así siempre hay algún humano desesperado que nos
suelta un viaje con un palo o algo.
-
Muerto me has dejado. O vivo… Bueno, ya me
entiendes. – Si Pérez tenía crisis de personalidad, yo empezaba a vivir en un
asombro continuo.
Con las tres piezas que necesitaba Natalio, con las risas
contenidas de Gorka y con mi más que duradera cara de estupefacción volvimos al
campamento. Cosas veredes, querido
diario…
Continúa aquí...
Canción para amenizar el texto: Personality Crisis - New York Dolls
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Canción para amenizar el texto: Personality Crisis - New York Dolls
Me encantaron todos los capítulos! Y continúa??? Esperaremos...
ResponderEliminarBesotes!
jajajaajajajaja... Magnífico, Ramón.
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