jueves, 26 de noviembre de 2015

No siempre llueve a gusto de todos (I)




Odiaba los lunes y odiaba la lluvia. Sin embargo, por algún extraño motivo, aquel lunes lluvioso no le estaba pareciendo tan malo hasta el momento. 

A media tarde había recibido una llamada para que acudiera al Savoy, el club que regentaba su jefe. No era algo habitual. Él no era del tipo de persona al que le llaman sus jefes. Ni siquiera para prescindir de sus servicios. En un negocio familiar, como era en el que él estaba trabajando, cuando querían prescindir de ti lo hacían, en el más amplio sentido de la expresión. Por eso no tenía miedo, aunque sí estaba nervioso.

Cuando llegó se encontró con la banda del local ensayando. Se sentó en un taburete y le pidió a Bob, el camarero, que le sirviera un bourbon sin hielo para amenizar la espera.

     Me encanta Night and Day… —Una voz femenina sonó a su lado. Si la voz era sensual, su propietaria lo era más. Sólo había una pega, la propietaria de la voz era Isabella Reggiani, hija del difunto capo Alfredo Reggiani.
     ¿Perdone?
     Es una de mis preferidas.
     Suena bien, sí… —Trataba de ser amable y que no se notara que ella le intimidaba.
     ¿Conoces a Cole Porter?
     ¿Juega en los Cubs?
     ¡No! ¡El compositor! —Dijo a duras penas, entre carcajadas.
     Ah… Claro, claro… —Sus palabras despejaban las mínimas dudas que podían quedar sobre su cultura musical.
     Me encantaría que Ella Fitzgerald pudiera venir al club y cantarla… —Ella hizo caso omiso de la ignorancia de él. Se mordió el labio, tratando de contener un suspiro— Bueno, no solo Night and day, claro.
     Claro… —Agregó, con la intención de seguir el hilo argumental.
     Sigues sin saber de qué te estoy hablando.
     No, señorita Reggiani, no tengo ni idea.
     Espero que en lo tuyo seas bueno, Tony.
     Eso dicen, señori…
     Vuelve a llamarme señorita Reggiani y te pateo el trasero.
     … —La miró con la cara de un cachorro que sabe que se está metiendo en un lío y busca el perdón de su ama.
     Llámame Isabella.
     Me parece bien. —Respiró como si no tuviera garantizada la siguiente.
     Pero dejemos los temas triviales. —El la observó como si supiera el significado de la palabra— Pasemos a los negocios, que es por lo que te he llamado. Tienes que hacerte cargo de Alan.

Alan era el jefe del clan irlandés. El otro negocio familiar de la ciudad. Los O’Riordan llevaban todo el contrabando de alcohol y eran los que tenían más mano con la policía, ya que muchos de ellos eran de procedencia irlandesa. Los Reggiani llevaban el juego y los clubs de alterne, y tenían untados a jueces y políticos. Hacía años que ambas familias se respetaban, no se entrometían en los negocios de la otra. Se dejaban vivir, lo cual era mucho. Fueron el padre de Isabella y el propio Alan O’Riodan los que firmaron la tregua, que ya duraba cerca de veinte años.

     ¿Alan… Alan?
     Sí.
     ¿Hacerme cargo, en plan que no le falte de nada?
     No.
     ¿No pretenderá…?
     Sí. —No hizo falta que acabara la frase.
     Pero señorita Reggiani, ¿no debería hablarlo con su tío antes? —Su tío era Valentino Reggiani, el hermano pequeño de Alfredo.
     ¿Por qué iba a hacerlo?
     Bueno, él es ahora… Él es quién da… ¿No es el capo él? —Su confusión estaba llegando al límite.
     Sí y no. —Tony se quedó mirando, a la espera de una explicación más amplia— Él es mi hombre de paja. La heredera de la familia soy yo, la única descendiente de Alfredo Reggiani. Pero ya sabes que no está bien visto que una mujer lleve esta clase de negocios. Ninguna clase de negocios, pero estos menos. Podría ser visto como una debilidad, un punto flaco por el que atacar a la familia.
     Entiendo. —Contestó él, más para tragar saliva que por hacer ver su punto de vista. Todo indicaba que estaba a punto de meterse en el mayor de los problemas. Después de todo, era lunes y llovía…
     Pero últimamente no nos están tomando en serio. Nos han subido el precio de las bebidas un 150%. Las redadas de la policía son más frecuentes. No toman en serio la figura de mi tío como jefe de la familia. Es hora de actuar, de volver a poner a los Reggiani en el lugar que merecen. El de la familia más importante a este lado del Missouri.

Tony la miraba absorto. Cómo una mujer tan bella, de una apariencia tan delicada, podía tener esa clase de ideas. Sin embargo lo que decía era cierto, y lo más importante: ¿quién era él para pensar diferente? Todo lo que tenía se lo debía a la familia. Desde pequeño había estado en la órbita de la misma. Haciendo pequeños recados para cualquiera de los miembros más bajos del escalafón. Conforme iba creciendo, también iba en aumento la responsabilidad de sus tareas. Hasta llegar a su estatus actual, como uno de los mejores matones de la familia. Y siempre, siempre, habían cuidado bien de él. Por lo tanto, si un Reggiani decía salta, él se limitaba a preguntar ¿hasta dónde?


Continuará...

9 comentarios:

  1. Muy bueno el hilo argumental en este relato de clanes de la mafia, y los diálogos muy sagaces por parte de ambos. Me ha gustado mucho, esta historia promete. Lo iré compartiendo.
    Un abrazo

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  2. Chiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii,..........
    Esto debe significar que HAS VUELTO del todo.
    Feliz como una perdiz. ;-)

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  3. Un comienzo de historia muy prometedor, Ramón. Tiene todos los ingredientes necesarios, aderezados con una excelente narración, para mantenernos expectantes hasta la próxima entrega :) Me ha encantado!

    Un abrazo!!

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  4. Se avecina una buena historia que nos va a tener muy enganchados

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  5. Leído con mucho interés. Pendiente del resto de la historia,
    Un saludo

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  6. Me encanta lo que he leído, y espero la continuación. Está muy bien narrado. Un beso

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  7. ¡Cuánto tiempo, amigo Ramón! Bienvenido. : ) Un abrazo.

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  8. Y sin quererlo, llegó el martes, y dejó de llover.

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  9. elombre de la cienaga29 de noviembre de 2015, 4:52

    Muy bueno, buen comienzo, atrapa al lector. Espero que continue de la misma forma. Y has puesto acentos en las mayúsculas, excelente ortografía.

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