lunes, 16 de diciembre de 2013

Día 81: Se Hace Camino Al Andar

En episodios anteriores... Día 17, 44, 65...  Canción para compañar el texto, Cantares - JM Serrat



De nuevo he tenido que dejar atrás otra casa, otros amigos, otra ciudad. Aunque la verdad es que no quiero asentarme en ningún lugar en concreto, también es cierto que no era mi idea moverme tan rápido de mi último emplazamiento. Pero todo tiene un límite, y se sobrepasó el otro día.

Quede claro que no ha sido por las continuas bromas hacia mi condición. A eso me he tenido que acostumbrar. Tarde o temprano alguien lo descubre.

-          Eh, Vito, ¿te quedan pilas?
-          Sí, en mi mochila hay, espera que te las busco.
-          No, da igual, ¿es esta azul?
-          Sí, pero espera…
-          ¿Un tupper? ¿Para qué quieres un tupper?
-          ¡No lo abras! ¡Es privado!
-          Coño, Vito, que remilgoso eres. Comparte un poco, ¿no?... ¿Esto qué es?
-          Tofu…
-          ¿Tofu? ¿Qué mierda es esa?
-          ¡Es una clase de alimento! ¡Y bien bueno!
-          ¿Pero tú te estas escuchando? – La verdad es que sí, me estaba escuchando y yo mismo me sentía avergonzado.
-          Pues pega muy bien con la carne, que lo sepas…
-          Lo que tú digas, Vitofu…

Así, que no me importan los motes. Que me llamen Vitofu, Zombitariano, Vitupper… Vigano… Vigano, ésta sí me molesta, a tan alto nivel de tontería no he llegado.

-          ¡Que es una enfermedad! ¡Que yo no soy así! – Exclamo siempre.
-          Sí, la enfermedad te ha convertido en zombi…
-          ¡Y en vegetariano!
-          Lo que tú quieras, Vitofu…

Pero no había sido esa la gota que colmó el vaso. Fue lo que ocurrió hace dos días. Aunque he de decir que ya llevaba varios días con la mosca detrás de la oreja. Algo que siendo un zombi a veces es literal, pero en este caso era en el sentido metafórico.

Como digo, hacía varios días que llamaban al timbre de mi casa, un magnifico adosado, de buena mañana. Y cuando digo de buena mañana quiero decir antes de las doce. Que ya es un madrugón. Lo peor es que cuando yo conseguía levantarme y ver quién era, nunca había allí nadie con el que descargar mi ira. Pero ayer fue diferente. Ayer pasaron por debajo de la puerta un folleto cuyo título era: ¿Pueden los muertos volver a la vida?

-          ¡Coño!, ¿no es obvio que sí? – Exclamé a una habitación vacía.

Como era evidente que en la habitación vacía nadie me iba a sacar de dudas, fui a casa de mi amigo Gabriel, a ver si él me podía sacar de dudas.

-          Hola Vito, pasa. – Dijo con su voz de galán de radionovela.
-          ¿Qué tal Gabriel?
-          Aquí andamos. ¿Y tú, que me cuentas? ¿Alguna novedad?
-          Pues mira, sí. Hoy me han pasado esto por debajo de la puerta. – Dije mientras le entregaba el panfleto. – ¿Sabes de que va el tema?
-          Sí, habrán sido José Luis y Adelina. – Mi cara de no saber de qué me estaba hablando le hizo continuar. – Veo que no los has conocido todavía. Son muy majos, para ser Testigos de Jehová.
-          ¿Qué? ¿Que son qué? – Parecía que no iba a acabar de sorprenderme nunca este mundo pos apocalíptico.
-          Sí, lo sé, a mí también me sorprendió.
-          ¿Y no podemos hacer algo al respecto?
-          No. Si te refieres a comérnoslos, no.
-          ¿Por qué?
-          Porque son como nosotros y ya sabes que no somos caníbales. –Era gracioso que nosotros mismos no nos consideráramos caníbales, cuando comíamos humanos (yo hacía lo que podía, o lo que mi estómago me permitía), pero entendía el concepto. No comíamos zombis. Bueno, ni en general no muertos, ni gente de las sombras.
-          ¿Y no podíamos hacer una excepción?
-          Tiene gracia que lo digas tu eso, Vitofu… Pero no, no podemos. Y eso que no sabes lo peor.
-          ¿Qué puede ser peor?
-          Pues que ellos cuando muerden a alguien no sólo lo convierten en zombi…
-          ¡No me jodas!
-          Como lo oyes…
-          También tiene su parte buena.
-          ¿Cuál?
-          Bueno, ya sabes de su poca amistad con la medicina y tal… Cuando encuentren una cura, ellos no la van a querer y, bueno... – Me miró con la típica cara de ya me entiendes.
-          Da igual. No es consuelo suficiente.
Ese fue mi límite. Con eso no podía. Lo siento, quizá sea poco tolerante. Pero ya me parecía demasiado. Me tenía que ir.

-          Me piro. Mañana mismo me voy.
-          ¿Por esa tontería? Vamos, Vito…
-          Sí. Ha sido mi tope. Hasta ahí he llegado. Además, no quiero asentarme mucho tiempo en ningún lugar.
-          Vale, pero déjame darte un consejo antes.
-          Claro, tú dirás.
-          Ten cuidado por dónde te adentras. Por aquí empieza a haber muchos cotos de caza.
-          ¿Y?
-          Bueno, ya sabes que aquí fuimos listos y procuramos hacernos con todo el armamento posible, infectando, o devorando,  cuanto antes a los militares y a las fuerzas del orden. Pero los cazadores tienen armas en sus casas y esos son más difíciles de localizar.
Es la ventaja de vivir en un país civilizado como España, no todo el mundo tiene acceso a un arma.

-          Así que, ten cuidado ahí fuera. Procura viajar por la noche. Y para siempre en urbanizaciones, las casas solitarias suelen ser cobijo de cazadores.
-          Gracias, lo tendré en cuenta.
-          Un placer haberte conocido, Vito.
-          Lo mismo digo, Gabriel. – Nos fundimos en un abrazo.
-          Y ya sabes: caminante no hay camino… Lo pillas, caminanteCaminante

Ambos comenzamos a reír, el típico chiste de zombis que hemos visto muchas películas y series sobre el tema.
-          Caminante… Muy bueno… Caminante dice…

Las lágrimas inundaron nuestros rostros. Fue una buena despedida, después de todo. Pero tuve que partir. No sé muy bien hacia dónde.  Pero ya sabes, querido diario, se hace camino al andar…



Gracias Nacho por hacer saltar la espoleta de mi imaginación para este texto.


Continúa aquí...


2 comentarios:

  1. De nada. Lástima que yo sólo haya podido leerla tres días después de que la publicaras. Como siempre, ¡Vito es tan entrañable!... ¡Es que dan ganas de comérselo!

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  2. jajajajajajajaj... xD!!! Golpe a golpe... testigos de Jehová... peor plaga que los zombis!!! pero muchísimo peor. Yo también soy poco tolerante, ni testigos ni gitanos.
    Saludos y Feliz Nochebuena!!!

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