domingo, 1 de diciembre de 2013

Justina



(Aunque este texto me lo inspiró una foto, creo que esta bella melodía puede ir bien como acompañamiento)


Su nombre era Justina Doria Portanares. Tuvo una ajetreada vida como ama de llaves de la familia Folgueral. Casi se podía decir que le venía de tradición, ya que su madre había sido la anterior ama de llaves la familia, y la madre de su madre antes que ella. Era pues, ama de llaves de tercera generación, y se lo tomaba muy en serio.

Había sido adiestrada desde pequeña. Ya se habían ocupado su abuela desde que se jubiló, y su madre cuando falleció la matriarca. Es cierto que de pequeña había jugado, en ocasiones, con los pequeños de la familia, Zósimo y Andrés. Eran gemelos y los pequeños de diez hermanos. Unas diablillos que no hacían más que corretear uno tras el otro y viceversa. Juagaba con ellos porque eran los que más se aproximaban a su edad. Aunque sólo lo podía hacer cuando su madre o su abuela no la veían. Parecía importarles más a ellas, que a los señores de la casa, que jugara con los pequeños Folgueral.

Su madre, Maura Portanares Noceda, era una mujer muy estricta. Mucho más que su abuela Saturnina. Ni comparación. Quizá porque los años habían ablandado a su abuela, no lo sabía. Lo que sí sabía era los castigos, más físicos que de penitencia, que le imponía su madre cuando desobedecía cualquier orden, por insignificante que fuera. Ella siempre recuerda una vez que la azotó por no haberle dado los buenos días al señor Folgueral Medigoitia. Don Bernardo trató de disuadirla, pero ella no atendió a razones y le propinó una buena azotaina a la ya adolescente Justina.

La adolescencia fue una época difícil para ella. A pesar de que en aquella época las cosas eran muy distintas a hoy en día, un adolescente es un adolescente. Y lo que hoy veríamos como algo minúsculo, sin importancia, en aquellos días podía ser gravísimo. Por ejemplo el hecho de que ella tuviera sentimientos por un hermano mayor de los gemelos, Gerardo. Sabía que estaba mal, que no podía sentir esas cosas, ni por Gerardo, ni por ningún otro chico. Ya le diría su madre con quién se tenía que casar. Con algún hombre de bien, pero de su clase social.

Pero ella no podía evitar suspirar por Gerardo. Era un chico unos cinco años mayor que ella. No iba a ser el heredero, pero aun así, cuando tu familia es pudiente eres un privilegiado. Y él lo era, iba a estudiar medicina al año siguiente, lo cual lo hacía más atractivo aun para ella. Se imaginaba siendo la señora del doctor Folgueral, siendo ella la señora, y teniendo a sus órdenes a otra ama de llaves. Nadie podía arrebatarle sus sueños, por muchas palizas que le pegara su madre.

La cruda realidad fue la que le dio el mayor de los azotes. Gerardo se fue, acabó la carrera y se casó, evidentemente, con una dama de su clase, la señorita Irene San Martín Eleizalde, hija del prestigioso doctor San Martín Gormaz. No era un matrimonio de conveniencia, aunque a Justina se lo parecía. Qué mejor que casarte con la hija de un afamado doctor, para ser su protegido y en un futuro heredar su clientela, ya que Irene era hija única. Pero había amor entre Irene y Gerardo. Desgraciadamente para Justina.

Lo peor fue cuando Gerardo le pidió a Justina que trabajara para ella. No podía negarse. Ni su madre ni su abuela se lo habrían permitido. Tampoco pensaba hacerlo, no podría tener su amor, pero podría vivir bajo su mismo techo. Y seguir soñando. A lo mejor Irene fallecía pronto y ella podía estar allí, para darle consuelo y, bueno… lo que hiciera falta. De haber podido su madre leer sus pensamientos las azotainas habrían sido mucho más frecuentes. Incluso ahora, ya de mayor.

Estuvo más de treinta años trabajando para los Folgueral San Martín. Vio nacer a sus tres hijos, Jacobo, Primitivo y la pequeña Adelina. Y seguía soñando. Soñaba que eran sus hijos, que eran fruto de su amor por Gerardo. Los mimaba como si así lo fueran. Hasta un día en que la madre de Irene, Acacia, le llamó la atención por ello. Por ser demasiado amable, por tratarlos como si fueran suyos. Como si fueran iguales a ella. La señora Acacia le dejó bien claro que esos niños estaban un escalón, por lo menos, por encima de su clase social.

Aquello le dolió mucho. Y más al ver que Gerardo no salía en su defensa. Después de todos aquellos años, de haber vivido tanto tiempo bajo el mismo techo, primero en la casa de sus padre y ahora en la suya propia. Se sintió traicionada. Era algo que no podía perdonar. Y no lo hizo.

A la mañana siguiente fue a un herbolario calle abajo y compró un buen surtido de hierbas, a cual más maligna. Esperó hasta la noche, era la cena la única comida del día en que estaba toda la familia junta. Aliñó la suculenta cena con el surtido de hierbas, acebo, belladona, boj… No lo notaron al gusto, pero la noche estuvo llena de dolor y sufrimiento. Ella los oía gritar, retorcerse en llantos, sobre todo los pequeños. No se inmutaba. Permaneció firme durante toda la agonía de los señores. Cuando no hubo más llantos, más gritos desesperados tomó su dosis, mucho más alta, mezclada con manzanilla para que supiera algo mejor y se sentó, junto al ventanal de la habitación principal, a esperar la muerte. La luna iluminaba su rosto y al fondo, en la cama, el de su amado Gerardo.

Esa es su historia. Así fue como me la contó a mí. Fue a las pocas semanas de mudarme a esta casa, la que fue hogar de los Folgueral San Martín. Un día se acercó y me la contó, como te la estoy contando yo hoy a ti. Justo antes de llevarme tu alma, como hizo ella con la mía. De arrebatarte la vida, como ella me la arrebató a mí, y a Gerardo y a Irene… Y así la contarás tú en un futuro, cuando te acerques al siguiente dueño y antes de cercenarle la vida, de despojar a su cuerpo de su alma, le dirás: Su nombre era Justina Doria Portanares. Tuvo una ajetreada vida como ama de llaves…





La foto está extraída de uno de los álbumes personales de mi madre, Lola Ramón Sirvent, y ha sido la fuente de inspiración para el relato. 

16 comentarios:

  1. ¡Que final más macabro e inesperado! Por un momento como soy un paranoico de atar llegue a pensar que se trataría de una de esas cadenas que sí no las continúas te vas a llenar de no sé cuantas maldiciones, jajaja. Es decir, me impresionó mucho el final.

    Buen remate Ramón.

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    1. Muchas gracias Gonzalo. Muy amable, gracias por pasarte.

      Un saludo.

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  2. Oye, cómo me gusta!! Está narrada con tanto detalle de personajes y nombres que me podría creer perfectamente que es real! Qué loca ama de llaves, como se le fue la pinza, jejeje!!
    Muy bueno! Un saludo, Ramón!

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    1. Me alegro!!
      He de reconocer que soy un poco friki de los nombres y apellidos raros, jeje
      Un saludo y gracias Ángela!

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  3. La madre que la ............... a Justina, claro!! Aunque de ti también me he acordado un poco, lindo!!! Buffffffffffff........ Tú quieres acabar conmigo??? Buffffffffff............... Me ha dado un "yu-yu" que ni te cuento!!! En fin.....
    Creo que prefiero seguir con Alejo, que me río un montón. Y hasta con José Andrés, que me río proponiéndote palabras y viendo cómo las "colocas". Pero esto de que te rías tú de mí, creo que no me gusta tanto!!! (Cara de enfado, que no sé cómo se pone)
    No, en serio, que me ha gustado mucho cómo está escrito y, me ha dado MIEDO. Eso significa que está muy bien hecho, porque una se mete en el papel y sufre por su alma.....
    Gracias por compartirla, como siempre, para quienes no la conocíamos. Un bestote. :D

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    1. Yoooooooo???? Qué he hecho yo??? jijijiji
      Reconozco que a mi no me gusta leer cosillas de miedete, pero es divertido escribirlas, jeje
      Alejo es el mejor, y punto. :-)
      Gracias a ti por tomarte tu tiempo, una vez más, en leerlo y comentar.
      Besos!

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  4. Ramón no es justo, a ella se le fue la olla , pero siempre la culpa la tiene la suegra, (ya soy suegra ) tendré que cuidarme con lo que diga.Jajajaj.
    Pero olvidando ese detalle, me has hecho vivir la vida de la pobre Justina.Saludos.

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    1. ¿Da esa impresión? Porque si es así no era mi intención. Ella está loca perdida y la espoleta le saltó por eso como podía haber sido por otra cosa. :-)
      Me alegro que te haya gustado de todos modos.
      SaludoS!

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    2. Era una broma, ella estaba muy mal desde el momento que de algún modo creía que era su familia.Saludos.

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  5. Que final más brillante, para un gran relato, Ramón. Estupendo y terrible. Un saludo.

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    1. Me halaga que te haya gustado, Esteban.
      Muchas gracias por la visita!
      Saludos!

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  6. Un brillante relato para contar en noches oscuras, con una tormenta de mil diablos fuera y... una mala leches que te haga rechinar los dientes al contarla. (Vamos, un éxito total de insomnio). Ja,ja,ja,ja,ja

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    1. Nada más de pensarlo me acojono... ¡que yo soy muy gallina! jejeje
      Me alegro que te haya gustado :-)
      Saludos insomnes!

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  7. El ama de llaves dejando su alma en un trabajo por el que no fue recompensada como lo esperaba y tuvo que balancear la cosa jeje, muy bueno, saludos.

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  8. Me ha encantado. Es como han dicho por ahí un final brillante, como pocos he leído. Yo le hubiera dado más dramatismo pero este es tu estilo y está muy bien.
    Felicidades!!!

    Un saludo.
    PD. En el LEO te dejo un comentario.

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  9. Ahhhh... se me olvidaba, la música muy oportuna y adecuada. Gracias por compartir.

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