Esos
acordes. Esa ligera melodía de piano. Era empezar a sonar y algo se removía en
lo más profundo de su ser. Los más bellos recuerdos se agolpaban en su memoria.
Corriendo como si todos quisieran ser el primero en ser rememorado. Y escalofríos.
No podía evitarlo, lo siguiente eran escalofríos que le recorrían todo el
cuerpo. Podían sonar a tópico esas sensaciones si él tratara de explicarlas a
viva voz. Incluso podían tacharlo de cursi. Pero no. Él no lo hacía. Él se lo
guardaba todo. Y bailaba. Siempre bailaba con esta canción. A veces solo y
otras muchas acompañado, pero siempre con sus recuerdos bien presentes. Y eran
muchos. No podía mentir, había bailado esta canción con muchas chicas. Todas
ellas perfectas: rubias, de tez clara y ojos verdes. Ése era su canon de
belleza. Él no debía estar mal, pensaba, ya que parecía ser irresistible y
ninguna le rechazaba cuando les pedía bailar. Y lo pasaba bien bailando una y
otra vez. Para él siempre había otro baile.
Siempre había otra rubia de tez clara y ojos verdes. Para ellas no. Para
ellas ese baile iba a ser el último de sus vidas.
Inspiración: la canción The Dance, de Garth Brooks
Plas, plas, plas!!!
ResponderEliminarTu, que siempre me has leído con buenos ojos. :)
EliminarBailaba en el club social de cala manzanera
ResponderEliminarPerverso el bailarín. Creo que se clavó una "s" por una "c" en "son sus recuerdos bien presentes... "
ResponderEliminarNo te digo yo que siempre hay una errata dispuesta a esconderse hasta mejor ocasión...
EliminarA cualquiera se le quitan las ganas de bailar con él, aunque fuera irresistible... Bufff!! Oye, Ramón, tus relatos siempre son breves? Un beso.
ResponderEliminarNo, no siempre lo son. Hay algunos por el blog más larguitos.
EliminarGracias por tus palabras y por la visita, Mary.
Muito interessante o seu relato
ResponderEliminarEle se considerava com certeza um "adónis "
:)
Sí, eso parece. Y lo que era en realidad era un psicopata.
EliminarNo suelen verse ellos como tal.
Muy bueno Ramón. Menos mal que a este le gustan las rubitas de ojos esmeralda y no lo aprendices de astronautas de Murcia, porque sería ya lo último que le pasara a mi pobre Alejo, jajaja. Oye, y aunque no has dicho el nombre de tan sibarita asesino yo sé quien era, amigo, sin duda era Kent. Un Fuerte abrazo.
ResponderEliminarNo!! A Alejo que no me lo toquen a mi tampoco! jajajaja
Eliminar¿Quién es Kent? Porque ahí me has dejado a cuandros...
Un abrazo!
Aquí ya apuntabas maneras, al igual que en el primero, y fue por lo que decidí no perderte de vista.
ResponderEliminarFui el número dos en seguirte, creo, o el uno.
Saludos.
Y no sabes lo agradecido y halagado que me siento por ese seguimiento.
EliminarUn abrazo muy fuerte amigo!