El vaso, sobre el cual había cinco dedos índice,
iba moviéndose, buscando letras en la tabla y formando una palabra con ellas.
Pasó por la T y se dirigió con paso firme hacía la E.
- Muerte. - Dijo Jimmy. Su voz aniñada parecía
dominar la situación. No tanto su rostro. Sobre su labio recaía una más que
fundada sospecha de sudor. - ¿Alguien va a morir?
El vaso pasó por el centro del tablero y no paró
hasta encontrar el SÍ. Hubo un silencio. Duró lo justo para que los cinco
amigos tragaran saliva. Si lo hubieran ensayado no les habría salido tan al
unísono.
- Pregúntale quién, tío. - Dijo Marty.
Los demás le miraron con la misma mirada que
habrían puesto unos jugadores de Ruleta Rusa al ver el revólver.
- Estarás de coña, ¿no, Marty? - Dijo Jimmy.
- Oh, vamos... No creeréis en todo esto, ¿verdad? -
Las miradas seguían clavadas en Marty. Eran miradas que decían: “¿Por qué no te
vas a la mierda, Marty?” - ¿Creéis en estas tonterías? Vamos chicos... Está
bien, lo preguntaré yo mismo. ¿Quién va a morir?
Las miradas abandonaron a Marty para centrarse en
el vaso tan pronto como este se empezó a mover. Fue vagando por el tablero.
Pasó por la M. De ahí fue hasta la A. De ésta dirigió sus pasos hacia la R. Las
miradas ahora compartían su tiempo entre el vaso y Marty. Llegó a la T. Ya
nadie miraba al vaso. Todos sabían la dirección que iba a tomar. El vaso no les
defraudó y llegó a la Y, como estación término.
Hubo otro silencio. En este caso el único que tragó
saliva fue Marty, los demás suspiraron aliviados.
- ¿Le preguntamos también cuándo, Marty? - Dijo
Jimmy. Hubo unas leves risas nerviosas de los cuatro que no habían visto su
nombre deletreado.
Marty permaneció callado. Con la mirada fija en el
vaso. De repente pareció despertar de un sueño.
- Sí, claro. - Dijo. - Vamos, no son más que
bobadas. Seguro que lo está moviendo uno de vosotros.
Los demás lo miraron entonces con la misma
inocencia de unos corderos a la puerta del matadero. Los ocho ojos decían:
“Pues no, yo no he sido...”
- No me miréis así. - Prosiguió Marty. - Nos
conocemos, sé que alguno de vosotros mueve el vaso. Seguro que es Bob. Es
típico de él. Venga, sigamos con la broma. No es plan de aguarle la fiesta a
Bobby. - Puso un gesto solemne y trató de que saliera una voz acorde. - ¿Cuándo
voy a morir?
Todos volvieron a mirar al tablero. El vaso se puso
manos a la obra y fue reclutando letras. Con las que consiguió, un buen jugador
de scrabble las habría aprovechado para escribir: Pronto.
Marty fue el primero en apartar el dedo del vaso.
- Bueno Bob. Ha sido muy gracioso, pero ya me he
cansado. - Ahora su voz sonaba con indicios de enfado.
Bob le miraba como si conociera el rostro de Marty
pero no acabara de saber de qué.
- Tío, te juro por mi vida que yo no era. - Dijo
por fin Bob.
- ¿Jimmy? - Dijo Marty buscando con la mirada a su
amigo.
- No tío...
- Vamos, no me jodáis... - Los otros cuatro le
miraban como el que asiste a un funeral y se está despidiendo del muerto. -
Vale, lo reconozco, estoy acojonado. Lo habéis conseguido. Ahora decidme quién
movía el vaso. - Silencio. - Mirad, como
broma ha estado bien. Ahora decidme la verdad y nos reímos todos juntos.
El silencio decidió quedarse un rato más para ver qué
pasaba. Los cuatro amigos de Marty empezaban a sentirse incómodos.
- Está bien. Me voy a casa, así os podréis reír a
gusto a mi costa.
Marty se levantó y salió del viejo almacén en el
que se reunían los cinco amigos, para fumar, beber, hablar de mujeres o, como
ese día, para jugar a la Ouija. Los demás se miraron y decidieron que quizá
Marty era un borde, pero desde luego era mejor compañía que una Ouija y lo que
fuera que la hacía escribir. Para cuando salieron los otros cuatro Marty y su
bicicleta apenas era una mancha en el horizonte. Se despidieron con la mirada
más que con palabras y se marcharon cada uno a su casa con un único objetivo:
no comentar lo ocurrido en mucho tiempo.
Eran poco más de las nueve de la mañana cuando
Marty oyó a su madre llamarle a gritos. Abrió los ojos y se dijo que más valía
que fuera algo importante, no era muy humano despertar a un chico a esas horas
en sus merecidas vacaciones veraniegas.
- ¡Marty! - Dijo la madre abriendo la puerta del
cuarto de Marty. - ¿No me oías cielo?
- Trataba de dormir, mami. - Contestó Marty entre
bostezos. - ¿Qué pasa?
- Es Jimmy. Está al teléfono.
- Está bien. Gracias mamá, lo cogeré aquí.
Esperó a que saliera la madre para descolgar su
teléfono y no comenzó a hablar hasta que oyó a su madre decir: “Ya se pone,
Jimmy. Saluda a tu madre de mi parte”, y colgar el teléfono del salón.
- Dime.
- ¿Marty, estás bien? - La voz de Jimmy sonaba
nerviosa, al borde del colapso.
- Pues claro que estoy bien. ¿Para eso me
despiertas? ¿Aún piensas que lo de ayer era de verdad?
- ¿Sabes lo de Bobby?
- ¿Ya se ha decidido a dar la cara? Estaba claro
que era él. No podía ser otro.
- Ha muerto.
- ¿Qué?
- Que ha muerto.
- Pero... Pero... ¿Cómo? ¿Cuándo?
- Anoche. Después de irnos del almacén. No llegó a
su casa. Sus padres, al ver que tardaba llamaron a mi casa. Les dije que yo
hacía ya un buen rato que estaba en casa, había cenado incluso. Por lo visto
después llamaron a la policía.
- Jimmy, tío, espero que no sigáis con la bromita.
Si es así, mejor que lo dejes ahora, porque me puedo cabrear y mucho. Hay cosas
con las que no se bromea...
- ¿Me quieres escuchar? Te estoy diciendo que Bobby
esta muerto, Marty. La policía lo encontró en el camino de tierra, entre el
almacén y la fábrica.
- Dios, Jimmy... ¿Qué... Qué le pasó? ¿Qué le
hicieron?
- No lo sé. Por lo que he oído decir estaba bastante
desfigurado. Era casi imposible reconocerle. También dicen que tenía un dedo
índice amputado.
- ¡Joder! Mierda, Jimmy... Bob... ¡Joder! ¡Era mi
amigo!
- Y el mío... He hablado con Fred y con Charlie.
Vamos a ir al almacén esta tarde, ¿vendrás?
- Claro... Claro... Sí, allí estaré...
- Bien, nos vemos a eso de las cinco.
Cuando llegó Marty al viejo almacén sólo estaba
Fred allí. Se miraron y sin mediar palabra se fundieron en un abrazo. Aún
estaban abrazándose cuando entró Jimmy. Los otros dos le invitaron al abrazo
con un leve gesto. Jimmy no rechazó la invitación.
- Pues si que tarda Charlie... - Fue Fred el que
rompió el momento íntimo.
- Sí... - Dijo Jimmy.
- Sí... - Dijo Marty, apoyando la moción.
Las miradas de los tres se encontraron. Una vez
juntas decidieron ir en busca de la Ouija, quizá por aquello de: “La unión hace
la fuerza”. El tablero seguía donde lo habían dejado el día anterior, junto al
vaso. Se volvieron a mirar, esta vez con indecisión, y miraron al tablero como
acusándole de asesinato.
- Vamos a romperlo. - Dijo Marty.
- No. - Dijo Fred. - Usémoslo otra vez.
- ¿Estás loco? Mira lo que le ha pasado a Bob... -
Replicó Marty.
- ¿No era que no creías en estas cosas?
- Y... Sigo sin creer... - La voz de Marty se
diluía, como si se le escapara por un sumidero. - Pero creo que ya tuvimos
bastante ayer. Además, ¿no deberíamos esperar a Charlie?
- ¿Tienes miedo? - Dijo Jimmy.
- ¿Miedo? No... ¿Por qué iba a tenerlo? Sólo es un
vaso y un trozo de cartón...
- Vamos entonces. - Dijo Fred.
- Esta bien... - Accedió Marty.
Los tres se sentaron en el suelo, como la tarde
anterior, formando un círculo. Ninguno de los tres parecía querer ser el
primero en poner su dedo sobre el vaso. Finalmente fue Marty el que lo hizo.
- Está bien. Empecemos cuanto antes. ¿Quién
pregunta?
El vaso se movió, sólo necesitó dos letras: Tú.
Fred y Jimmy miraron a su amigo. Éste trago saliva y respiró profundamente.
Parecía que el color sonrosado de su piel estaba haciendo las maletas y
dispuesto a tomarse unas vacaciones.
- Vale. Preguntaré yo: ¿Sabes lo de Bobby?
“Sí”
- ¿Sabes quién le mató?
“Sí”
- ¿Quién fue?
“Yo”
El vaso volvió al centro del tablero. Los tres
amigos lo miraban incrédulos. Quería apartar los dedos del vaso, pero la fuerza
de la voluntad había hecho pocas pesas. El vaso ganó el pulso y los dedos
seguían sobre él.
- Pues si que tarda Charlie... - Dijo Fred
intentando quitar importancia a lo que acababa de presenciar.
El vaso se movió: Sí. Se quedaron inmóviles, si
alguien hubiera querido hacer una estatua de aquella situación, aquel habría
sido el mejor momento.
- ¿Sabes lo que le pasa a Charlie? - Continúo Marty
con el interrogatorio.
“Sí”
- ¿Está... Está bien?
“No”
- ¿Esta... Vivo? - Las miradas de los tres se
concentraron en el vaso, suplicando, como manifestantes a la puerta de una
cárcel pidiendo la abolición de la pena de muerte.
“No”
Hubo un silencio. Si dieran premios a los silencios
aquel se habría llevado unos cuantos.
- ¿Lo... Lo has... Matado... tú?
“Sí”
Fue Fred el primero en sacar su dedo de encima del
vaso y levantarse.
- Yo me piro tíos. - Dijo.
Los otros dos se miraron como diciendo: “Pues no
seré yo el que se quede aquí...”, y se levantaron también.
- ¿Qué hacemos con... con... eso? - Dijo Marty.
- Deberíamos... Quemarla o algo... Sí, eso haremos.
Mañana venimos con una lata de gasolina y quemamos la jodida Ouija. - Dijo
Jimmy.
Tras una última mirada furtiva al tablero salieron
del almacén. En la puerta se despidieron. Antes de separarse y tomar cada uno
el camino hacia su casa decidieron quedar a la misma hora del día siguiente.
Marty y Jimmy llegaron a la vez. Se saludaron y
entraron al almacén. La ouija estaba esperándoles, con el vaso en el centro. La
miraron con desprecio y odio. Se sentaron. Jimmy había llevado una lata de
gasolina que había cogido del garaje de su casa. El tiempo transcurría y Fred
no llegaba. Marty y Jimmy empezaban a impacientarse.
- Fred se ha rajado, como si lo viera... ¿Y si
empezamos sin él? - Dijo Marty.
- ¿Y si... Y si le ha pasado algo? ¿Por qué... No
le preguntamos...? Dijo Jmmiy señalando al tablero con la mirada.
- Joder, Jimmy, ¿no has tenido bastante?
Jimmy no contestó, se limitó a mirar a su amigo.
- Joder... - Dijo Marty. - No me gusta nada esto,
tío, no me gusta nada. Vale, la última vez, pero luego nos encargamos de esta
hija de puta. - Sacó unas tijeras de podar de su mochila e hizo el gesto típico
de los peluqueros cuando están decidiendo qué pelos son los que le sobran al
cliente.
- ¿Para qué son? - Preguntó Jimmy
- Para darle su merecido.
Se sentaron uno frente al otro y pusieron sus dedos
sobre el vaso por tercer día consecutivo.
- ¿Fred también está muerto? - Dijo Marty,
erigiéndose como maestro de ceremonias.
- Joder, Marty, que directo.
- Es mejor acabar cuanto antes con esto.
El vaso se movió bajo la atenta mirada de los dos:
Sí
- ¿Quién lo ha matado? - Continúo Marty.
“Yo”
Jimmy seguía mirando al tablero cuando cayeron tres
dedos índices sobre él. Para cuando miró a Marty este ya blandía las tijeras en
la mano derecha y lo miraba sonriente.
- Es tu turno, Jimmy. - Dijo Marty.
- ¿Tú?
- Oh... Que ingenuo... ¿Aún creías que había sido
un espíritu?
- Pero... ¿Por qué? ¿Qué te pasa por la cabeza Marty? ¿Qué coño te pasa
por la cabeza?
- Me encantaría darte explicaciones, pero llegó
tarde a la cena y ya sabes que a mi padre no le gusta que llegue tarde.
- Tu padre... Murió hace dos meses Marty...
- ¡Tú qué sabrás!
- Marty, en serio, ya la has cagado suficiente,
déjalo estar. No tiene ningún sentido que me mates a mí también.
- Quizá tengas razón... A lo mejor no te tengo que
matar a ti también... Deja que me lo piense... Sabes que he matado a los otros
tres... Decidido: eres el siguiente.
- Marty, no puede salir bien, aunque me mates a mi
te cogerán.
- Sí, bueno, eso ya lo veremos. Ahora, si eres tan
amable, no me lo pongas más difícil. No es agradable, ¿sabes? Ya es suficiente
con la sangre y demás, así que si te ahorraras la conversación y las súplicas,
sería un detalle.
Se abalanzó sobre Jimmy, éste le esquivó y echó a
correr.
- Joder, Jimmy, sabes que corro más que tú. Anda,
hagámoslo fácil.
Jimmy corría, pero era cierto, Marty corría más.
Antes de llegar a la puerta ya le había dado alcance. Le dio la vuelta el
tiempo que lo empujó contra la pared. Sin que Jimmy tuviera tiempo de
reaccionar comenzó a apuñalarle con las tijeras. La primera herida fue en el
cuello. Acertó en la aorta y Jimmy empezó a sangrar. Parecía un géiser.
- Joder, tío, mira como me estás poniendo. - Dijo
Marty. - Menos mal que me he traído otra ropa...
Continuó asestándole puñaladas por todo el torso.
La camisa hawaiana de Jimmy se iba llenando de ronchas de sangre. Sus ojos
miraban a los de Marty, le preguntaban el porqué, le suplicaban que parara,
pero también le miraban perdonándole.
- Deja de mirarme así. - Dijo Marty. - No necesito
tu compasión. No necesito a nadie. Necesitaba a mi padre ¿y qué hizo?
Estrellarse con el puto camión cisterna. Maldito imbécil...
Soltó el cuerpo sangrante de su amigo. Cuando ya
estuvo en el suelo comenzó a patearlo con rabia, al tiempo que comenzaba a
llorar. Cogió la mano derecha de Jimmy y le cortó el dedo índice.
- Joder, Jimmy... Yo... No quería que esto
pasara... Mierda...
Se abrazó a su amigo. Las lágrimas de Marty se
fundían con la sangre de Jimmy. Se levantó y se dirigió hasta su mochila, que
estaba junto a la ouija. Buscó hasta encontrar un revólver. Tras juguetear un
rato con el tambor del mismo se introdujo el cañón en la boca y apretó el
gatillo. El disparo hizo eco con las paredes del viejo almacén. Marty cayó de
costado, mirando al tablero por última vez. El juego había terminado. Cerró los
ojos cuando el vaso comenzaba a moverse. Fué
recorriendo el tablero:
Marty, te quiero, papá.
Hola Ramón, Me ha gustado y entretenido, enhorabuena. Sólo un pero. Los nombres son muy americanos y quizá suenen algo lejanos, como si fuese el guión de una serie, aunque puede que fuera precisamente eso lo que buscabas. Personalmente me parece que está genial. Ciao.
ResponderEliminarFer
http://fernandocifuentescam.wix.com/lamentedemoebio
Gracias, me alegro que te haya gustado. Respecto a los nombres, a veces bautizo a los personajes con nombres en castellano y otras en inglés, según me parezca que pueden ir mejor con la historia.
ResponderEliminarUn saludo y gracias por pasarte y comentar.
Los pelos como escarpias, menuda historia te has montado! Para guión de peli! ;)
ResponderEliminarMe encanta que todavía provoque emociones y sorprenda a los que me conoceis y leeis de más tiempo, jeje.
EliminarLo del guión... ojalá!! yo estoy dispuesto a escuchar ofertas :)
Un beso!
Ramón, cada día me sorprendes más. Eres un todo terreno. Me ha gustado todo, de principio a fin. La historia fluye increíblemente, el interés no decae. Has urdido muy bien esta trama usando el hilo de suspense (con alguna hebras de terror) y ese otro hilo teñido de tu humor característico. El resultado es un relato estupendo. Felicidades.
ResponderEliminarBueno Ovidio, soy un poco chico para todo, jeje. O como decía mi padre, aprendiz de todo, maestro de nada. Lo que sí soy es un insensato que me atrevo con todo, jeje.
EliminarMuchas gracias, como siempre, por tus amables palabras y por pasarte por aquí.
Saludos!
Sí, bien que asusta. La actitud final de Marty, así como su confesión a través del tablero, fueron un buen toque en la historia.
ResponderEliminarLo único que me molesta un porquito es que no entendí por qué decidió matarlos....
Hola Tania, bienvenida al blog. Gracias por pasarte y comentar. Y me alegro que te haya gustado el texto.
EliminarEs cierto que, a lo mejor, no he sido demasiado explícito en los motivos. Dejo entrever que lo que hizo saltar la espoleta fue la muerte, mal asumida, del padre de Marty. Es obvio que al muchacho ya le faltaba un tornillo o dos antes de eso, y eso fue, como digo, el detonante.
Gracias de nuevo, espero que vuelvas, un saludo!
Me ha gustado mucho. Además hasta el final no sabes por dónde vas a acabar. Lo único que no me agrada es al principio las repeticiones sobre: "si lo hubieran ensayado... " "si dieran un premio... " "si... " pero vamos no es muy importante.
ResponderEliminarLo más importante es la historia y esa está muy bien.
Un saludo, Ramón.
Mucho mieeeeeeeeedo... Me ha gustado. Es diferente y original.
ResponderEliminarSaludos.
jajajaja... Bueno, Isabel, esa era un poco la idea, jeje.
EliminarYo reconozco que soy el más gallina del mundo, nunca me han gustado ni las pelis de miedo, ni las series, ni los libros... He llegado a asustarme yo sólo mientras escribía, alguna vez... (No se puede ser más triste). Aún no sé cómo me ha dado por escribir cosas de este estilo... jeje
Un saludo!