Su cama estaba junto a la ventana y ésta ejercía de
cordón umbilical entre el mundo exterior y él. Cuando tenía los ojos cerrados
los sonidos hacían de banda sonora de sus días. Cuando los tenía abiertos la
película era completa. Los pájaros revoloteando por el cielo en busca de un
árbol al que llamar hogar. El sonido de los coches, en los que él imaginaba
cómo los padres llevaban a los niños en la escuela.
Había algo más que llenaba sus días. Siempre puntual, a las
cinco y media de la tarde, su amigo Juan se subía al tejado de su casa, dónde
sabía que su amigo Pablo podría verle y tocaba la flauta. Era una muestra
de amistad, de amor incondicional, entre dos niños que se conocían desde los
dos años. Una muestra diaria desde que Pablo tuvo el accidente que lo dejo
postrado en esa maldita cama.
Qué triste y desgraciadamente real... Qué duros nos creemos y qué endebles somos en realidad.
ResponderEliminar¡Nos hemos empeñado todos en subir a alguien al tejado! Ojalá todos tuviéramos un amigo como Juan.
¡Un abrazo!
Sí, sospechaba que podría haber ciertas similitudes en los textos. Hoy más que otros días. Pensé en rehacer el mío, pero me gustaba como había quedado, así que lo dejé. :)
EliminarY es cierto, nos creemos que somos (casi) inmortales, cuando en realidad vivimos "de prestado", porque a la naturaleza le da la gana de dejarnos vivir un poco más.
Un saludo!!
PD. Voy a leer los que me faltan
Esa imagen de postración le da un final duro a ese inicio lírico que nos prometía un dulce viaje por la imaginación.
ResponderEliminarSaludos
Sin duda. Me gusta "jugar" así con los textos. He de reconocerte, Nel, que aún había pensado que fuera más duro el final, cuando estaba dandole vueltas a las ideas, antes de sentarme a escribirlo.
EliminarUn saludo y gracias por pasarte y comentar.
Es un poco duro, pero muy bonita la amistad entre los niños!!
ResponderEliminarSï, Anya, lo es. Pero, como he dicho en un comentario anterior, lo iba a ser más. Al darle vueltas, antes de empezar a escribir, se me ha ocurrido esta segunda versión.
EliminarMuchas gracias por pasarte y comentar.
¿Por qué será que nos ha dado a todos por subirnos al tejado? jajaja curioso..curioso.. muy bonita historia, de maravilla y felicidad ante las pequeñas cosas.
ResponderEliminarYa me olía que habría ciertas similitudes en los textos, jeje.
EliminarMe alegra que te haya parecido bonita la historia.
Muchas gracias por pasarte y comentar.
Un saludo!
Triste, aunque ya me imaginaba por donde iba. Pero que lindo tener un amigo como Juan.
ResponderEliminarVanesa
Una Bruja y sus dos Sapitos
La buena amistad siempre suele muy reconfortante.
EliminarGracias por pasar por el blog y comentar, Vanesa.
Bravisimo, fabulosa muestra de amistad!
ResponderEliminarGracias Marta. Me estoy enviciando con esto de las 150 palabras, por tu culpa... jajaja.
EliminarMuy bonito y en cuanto a lo de enviciarte, ya me lo contarás dentro de unas semanas o meses. Es una verdadera adicción. Luego si quieres te presento a unas justas de micros a las que puedes ir.
ResponderEliminarMuchas gracias, Ricardo. Además de enviciarme, me está sirviendo para desengrasar un poco a la musa (o a la neurona), jeje.
Eliminar¿Justas? ¿A qué te refieres?