Las mañanas del
domingo nunca me han despertado ninguna clase de entusiasmo. El motivo
principal es que tengo la sana costumbre de emborracharme un día a la semana, y
ese día suele coincidir con el sábado.
Así pues, las
mañanas del domingo las paso demasiado ocupado en tener dolores de cabeza, la
boca pastosa y todo el surtido de efectos que suele provocar una ingesta
desmesurada de alcohol, como para pensar en lo bello de cualquier tipo de
mañana.
Pese a ello, la de
hoy podría haber sido una magnífica mañana de domingo..., de no ser porque es
martes por la tarde.
Quitando ese
pequeño obstáculo, la mañana ha sido espléndida. Ha amanecido muy temprano,
como viene siendo habitual. Sería injusto no reconocer que, como viene siendo
costumbre también, el día me ha ganado la partida en ese aspecto. Por poco, eso
sí. No es que me enorgullezca de ello, pero en uno de los muchos tumbos que he
dado en mi vida he acabado en un trabajo, algo que nunca se me había pasado por
la cabeza. Y lo que es peor, en uno por culpa del cual hay que madrugar, cosa
que tampoco entraba en mis planes de vida. Pero tiene su parte buena también,
trabajo poco. Soy empleado de correos en la oficina de mi pueblo. No es un
pueblo muy grande, así que la mayor parte del día lo paso leyendo el periódico,
deportivo, y revistas, de esas que salen mujeres ligeras de ropa. Otra ventaja
es que se me extravía menos correo, o sólo se me extravía el que me conviene a
mí...
No ha sido el caso
de hoy. He recibido una carta que llevaba semanas esperando. Había contestado a
un anuncio en el que pedían voluntarios para un viaje, y me han contestado:
“... recibida su solicitud, y una vez comprobado que reúne todas las cualidades
que pedíamos, nos complace comunicarle que ha sido preseleccionado para el
viaje. En breve recibirá el billete de avión para que se presente en la
Agencia...”
Todo esto no se si
dice mucho a mi favor o no. Buscaban a alguien que no tuviera ataduras de
ningún tipo. Alguien que pudiera estar fuera de casa por un tiempo indefinido,
porque nadie le echaría en falta. Alguien que, incluso, diera igual si no
acabara el viaje. En definitiva un desgraciado, como yo.
Aunque a mi todo
esto no me afecta. Es por eso por lo que les escribí. Puede ser divertido un
viaje a lo desconocido. Sobre todo para mí, que lo más lejos que he estado de
mi casa fue, cuando hicimos el viaje de fin de curso, a Murcia. Una muy bella
ciudad, y de gran interés cultural, no para mí, por supuesto, pero lo tiene.
Como tiene otra peculiaridad, sólo dista un centenar kilómetros de mi pueblo
natal. Así que, no se me podría catalogar de trotamundos, precisamente. Pero
tengo decidido que quiero dar un cambio de rumbo a mi vida, y si eso conlleva
un viaje lejos de mi hogar, bienvenido sea.
Claro que tampoco sé
cuál es mi destino en este viaje, según dicen en la carta sólo me lo dirán si
soy la persona seleccionada. Ya me jodería que me mandaran a Murcia...
Para no dejar que
todos estos pensamientos me aturdieran o empañaran la que considero una buena
noticia, he tomado dos decisiones: empezar una especie de diario en el que
dejar plasmado todo lo que me ocurra, hasta que deje de ocurrirme, y compartir
la noticia con alguno de mis amigos en Mike’s, el club del pueblo.
Mike’s está en un
extremo de la Avenida Francisco de Miranda, la calle principal del pueblo, y es
una mezcla poco convencional entre restaurante, sala de fiestas y club de
alterne, por lo que la clientela es siempre muy variada, a pesar de lo pequeño
del pueblo. Y lo que esa mezcla poco convencional, en otro pueblo o ciudad más
grande podría llevar a que todos y cada uno de los clientes se sintieran
incómodos o fuera de lugar, en el mío resulta de lo más cotidiano. Ojo, no
estoy diciendo que abunden los adulterios, porque no es así. Las relaciones de
pareja se respetan siempre, o al menos más que en otros lugares. Pero debo
reconocer que no somos un pueblo demasiado típico, y así puedes encontrar en el
club de Miguel a una familia celebrando un cumpleaños, al jefe de policía, Constantino,
actuando como Drag Queen y a mí, junto con mis amigos, tomando copas o
intentando relacionarnos con alguien del sexo opuesto. Se podría decir que es
el centro neurálgico del pueblo, por lo tanto no podía hacer otra cosa más que
aparecer por allí y celebrarlo con la poca gente que me aprecia y a la que, a
lo mejor, voy a dejar de ver durante un tiempo indefinido.
- Hola Alejo, ¿qué
tal todo? - Era Miguel, desde su sempiterna posición tras la barra del local. Miguel
es uno de mis amigos, tenemos la misma edad y fuimos compañeros de clase y de
travesuras. Es un buen tipo, aunque cuide su aspecto demasiado para el gusto de
la mayoría de los hombres del pueblo. Porque suelen surgir comparaciones con
él, más que nada. A las mujeres del pueblo les resulta atractivo. A mí me
resulta todo lo atractivo que le puede resultar a un hombre heterosexual otro
hombre: en privado diría que no está mal, y en público..., negaría haberlo
dicho jamás.
- Hola Miguel,
chicos... - Deje caer las palabras con el cansancio que en mi era habitual, no
quería desvelar la noticia nada más entrar.
Como había
previsto, ya que lo contrario habría sido insólito, allí estaban la mayoría de
mis amigos: Pablo, el esquizofrénico más majo imaginable, pacifista hasta la
médula, antiviolencia como el que más, y dueño de un campo de tiro, pero ya
está mejor de lo suyo, sólo tiene cuatro personalidades a día de hoy. Jaime, uno
de los maestros del pueblo, de ese tipo de personas que es casi imposible que
le caiga mal a nadie, aún sin conocerlo, ya que hasta su físico ayuda a confiar
en él. Y Raimundo, que ahora dice que es detective privado, y que anteriormente
fue acomodador del Luxor, el cine del pueblo, y bedel de la biblioteca.
- ¿Cómo os va
todo? - Quería comprobar contra qué competía mi noticia.
- Bueno, Raimundo
nos estaba hablando del caso que tiene entre manos. - Explicó Jaime.
- ¿Sigues con lo
del gato de la mafiosa?
- No es mafiosa,
sólo la mujer de un capo de la mafia - La respuesta de Raimundo fue más
instantánea que un descafeinado de sobre.
- Coño, Raimundo,
no te me pongas así, ni que fuera tu novia.
- Pues porque ella
no querrá... Y porque yo aprecio mucho mi vida, aunque sea monótona. - Raimundo
es un insensato, pero es el insensato más sensato que he conocido.- ¿Y tú cómo
lo llevas, Alejo?
- Bueno, bien, hoy
he recibido algo que llevaba tiempo esperando...
- ¿La cera
ignífuga para tu coche? ¿Cómo puede ser tan memo como para comprar cosas de un
tele tienda? - Miguel interrumpió mi pausa dramática.
- No, ya hace
tiempo que no pido cosas de esas...
- Pues el nuevo
Playboy tampoco será, porque eso no se suele retrasar... - Esta vez el gracioso
de turno era Raimundo.
- No, tampoco es
eso... - Mi frustración iba en aumento, así como mi cabreo.
- No me lo digas,
no me lo digas... - Como no podía ser de otra manera, Pablo trataba de unirse
al mamoneo reinante.
- Sí, sí que te lo
digo porque ya cansan las coñitas. - Esta vez interrumpí yo, tan cortante como
una radial.
- Bueno hombre, no
te pongas así, que tu tambien nos lo haces a nosotros.
- Lo sé, Jaime, lo sé...
Bueno, lo que he recibido es una carta de la Agencia, diciendo que han aceptado
mi solicitud para pasar las pruebas, bla bla bla... Así que, con suerte, me
perderéis de vista un tiempo. Y con mucha suerte, me perderéis de vista todo el
tiempo.
- Hala, ya está
haciéndose el mártir... Joder, Alejo, si sabes que en el fondo te apreciamos. -
Dijo Raimundo.
- Sí, en el
fondo... ¿de qué? Es igual, no contestéis ninguno que os veo venir. Miguel, pon
una ronda a la que le veamos el fondo, que debe ser a lo que se refería Raimundo.
- Ahí le has dao. - Dijo Raimundo, desenfundando las
palabras más rapido de lo que lo haría con su pistola.
Después de
pagarles varias rondas a los chicos, y unas cuantas menos a mí mismo, me marché
a casa con la alegría de la noticia recibida, pero con algo de tristeza por si
estas rondas eran las últimas con ellos. ¿Y si me lo pienso mejor? Puede que no
sea tan desgraciado, aún tengo amigos, una madre... Lo mejor será que me vaya a
la cama y descanse. Total, no es seguro que me elijan a mí, así que, mejor no
adelantemos acontecimientos.
Continúa aquí...
Deseando estoy de leer la continuación! Enganchan tus personajes!
ResponderEliminarPronto en sus pantallas la continuación... jejeje. Me alegra que te sigan gustando mis escritos y mis personajes.
EliminarUn besin!
Se lee de principio al fin con total interés, el interés que provoca un relato muy bien escrito. ¡Genial!!!. Un saludo.
ResponderEliminarMuy agradecido por tus palabras Arte+.
EliminarSaludos!
Me encantó y quiero saber como sigue!
ResponderEliminarGracias Isabel. Continuará apareciendo por este blog el bueno de Alejo.
ResponderEliminarUn saludo!
Me agrada como empieza. Suenan muy "sospechosos" los requisitos pedidos por la Agencia.
ResponderEliminarUn saludo.
Te advierto (por si no queda suficientemente claro) que esta historia no hay que tomarla muy en serio. Quiero desengrasarme yo, y a vosotros, de tanta matanza, jajaja. Esto pretende ser más cómico. :)
EliminarMe gusta! no tengo mucho tiempo la verdad pero si algo me engancha me quedo! Felicidades.
ResponderEliminarMuchas gracias, Olga, se bienvenida siempre que quieras, puedas o te apetezca.
EliminarSaludos!
Acá estoy! lo bueno de leer con retraso es que puedo leer más capítulos ijiji y ahora sabré qué pasaaaa!!
ResponderEliminarAbrazos Ramón!