No eran las nueve de la mañana y estaba en el peor escenario
posible, en medio de un tiroteo. De una emboscada. No es que esta sea la manera
en la que suelo comenzar los días, de hecho, no creo que esta sea la manera en
la que nadie suele comenzar los días. Pero en mi caso desde luego no lo era,
más que nada porque a las nueve de la mañana yo solía estar durmiendo y nunca
se me pasaba la resaca antes de mediodía. Todo esto unido a que no soy muy
amigo de meterme en tiroteos, y menos ajenos, a pesar de ser Sheriff.
Y es que en Kinsley, el pueblo que me tiene a mí como
sheriff, no es una ciudad violenta. Hay más muertes gracias al matarratas que
vende Gary en el Saloon que por heridas de bala. Y muchas menos desde que tuve
a bien instaurar una ley por la cual todo el que entra en el pueblo debe dejar
sus armas en mi oficina. Es cierto que no todo el mundo lo hace de buena gana…
hasta que conocen a Chiquitín McBride, mi ayudante. Un hermoso ejemplar de
bondad de unos doscientos kilos de peso y casi dos metros de altura, al que
nadie ha querido ver enfadado todavía.
¿Y cómo he llegado a este momento? Pues gracias a Tim Swift,
miembro de uno de los dos clanes más… marrulleros, por no decir algo peor y que
tuvo a bien pasarse por mi oficina hace unos días.
—
Sheriff… —Fue su saludo al entrar. Con su tono
casi consiguió que mi oficio sonara despectivo.
—
Señor Swift… —Correspondí, con mi sonrisa más
falsa— ¿Qué se le ofrece?
—
Verá, tengo… Mi familia, tiene… ¿Cómo decirlo?
Un problemilla.
Su manera de referirse al problemilla hacía pensar en plomo a gran velocidad.
–
¿Y desde cuando acuden a la ley con sus
problemillas?
Volvió a sonreír. Cada vez que lo hacía notaba una sensación
de desasosiego. Era como si con cada sonrisa me estuvieran tomando las medidas
para mi ataúd.
—
Es usted muy quisquilloso para alguien que cobra
de los ciudadanos, de la gente de bien, como mi familia.
Le habría rebatido, pero no lo hice. No por miedo a posibles
represalias, y eso que las de los Swift eran conocidas a todo este lado del
Pecos. No lo hice porque no me gusta discutir con el estómago vacío. Así que le
animé a que me contara su problemilla, con la idea de que lo hiciera lo más rápido
posible para poder ir a tomar mi dosis de alcohol y comida, si es que se podía
llamar así a lo que quiera que tuviera hoy Gary en su garito.
—
Verá, sheriff, llevamos unos días amaneciendo
con varias cabezas de ganado muertas. También han quemado una parte de nuestros
sembrados, incluso han destrozado nuestro vallado por varios lugares.
—
Y quiere que averigüe quién ha sido.
—
Oh… No… Sabemos muy bien quién ha sido.
Aquí debí haber renunciado. No era normal que sabiendo quién
se metía en sus negocios acudieran a mí. Cometí un error y pregunté.
—
¿Quién?
—
Esos malditos pieles rojas, con su jefe Conejo
En Celo a la cabeza.
—
¿Los seminolas?
—
Sí, dicen que es su territorio. Que nosotros les
hemos ido robando parte de sus tierras. Cosa que, como bien sabe, nosotros no
haríamos nunca.
Sonrió de nuevo, como el que amartilla un revolver.
—
Tendré que hablar con ellos, a ver cuál es su
versión.
—
Oh, sí, por favor, hágalo. No seré yo el que le
diga cómo debe ejercer su trabajo. —Consiguió que aquello sonara como una
orden.
Pasé a por mí ración de comida antes de adentrarme en
terreno seminola. No era algo que me hiciera mucha gracia. Así que lo pospuse
hasta el día siguiente, al amanecer. Según sus costumbres, a esas horas son más
receptivos a las negociaciones. A saber el porqué, pero preferí amoldarme a
ellos. Los rostros pálidos no éramos muy bienvenidos por sus tierras, mucho
menos teniendo en cuenta que todo aquello habían sido las tierras de sus ancestros y
que gente como los Swift se las había robado, generalmente por las malas.
A pesar de ello tampoco fui con miedo allí, en parte por la
inconsciencia que da el creer que la placa del pecho le hace a uno a prueba de
balas, o de flechas, y en parte porque había conseguido ganarme la confianza
del jefe Conejo En Celo. No obstante me hice acompañar por mi ayudante
Chiquitín.
La reunión fue bastante bien. No diré que nos formaran un comité
de bienvenida, ni que organizaran ninguna clase de festejos al vernos, pero fue
bien. Probamos aquella pipa tradicional suya, que hace que el matarratas de
Gary sea tan inofensivo como el agua, y charlamos. Me enseñó los papeles que
les dieron los del Gobierno y en los que marcaba, claramente, cuáles eran las
lindes de su Nación Seminola. Y, como cabía esperar, eran ellos y no los Swift
los que tenían razón. Aquello me hizo recordar las sonrisas de Tim Swift y de
cómo a la segunda le debí haber echado de mi oficina.
Pero no lo hice, y ese error me trajo a a este lugar y a
este momento. Las nueve de la mañana y en una emboscada. No una cualquiera, una
emboscada india. De todas las clases de emboscadas, justo en la que nadie
quiere verse envuelto. No tenía sentido, después de la reunión que había tenido
con el Jefe, pero allí estaba. A punto
de saldar cuentas con el creador, si no se obraba algún milagro. Cosa poco
probable para alguien con tantas cuentas a crédito con el de ahí arriba.
No me lo pensé dos veces. Hay momentos en la vida en los que la única manera de salvarse a uno
mismo es muriendo o matando. Yo sin duda prefería la segunda opción, así
que me disponía a dar el paso de ponerme a tiro para tratar de llevarme a unos
cuantos por el camino.
Fue entonces cuando se encendió una luz en mi alcoholizado
cerebro. Una luz que debió encenderse mucho antes. ¿Qué ganaban los seminolas matándome?
Nada. Al contrario, tenían mucho que perder si mataban a un agente de la ley.
Aunque ellos no creyeran en las leyes de nuestro gobierno, esa parte la solían
respetar. ¿Quién ganaba en todo esto?
—
Buenos días, Tim. —Dije al sentarme frente a él
en el Saloon.
Esta vez no hubo ninguna sonrisa en su rostro. Más bien todo
lo contrario. El mío, sin embargo, no podía estar más sonriente. En esta
ocasión parecía ser él quién notaba como le tomaban medidas para su ataúd.
—
Pero… Escuché que había sufrido una emboscada…
—Su voz sonó muy tímida. Atemorizada casi.
—
¿El incidente de esta mañana en la Nación
Seminola? ¿No lo sabe? No eran indios,
por mucho que lo quisieran aparentar.
—
¡Qué me dice! —Trató de parecer sorprendido. No
lo consiguió.
—
Hay que ver cómo vuelan las noticias, de todos
modos. ¿Cómo lo ha podido saber? Allí sólo estábamos mi ayudante y yo. Bueno… Y también, claro, los
falsos indios, y los seminola de verdad, que gentilmente acudieron al escuchar
los disparos.
—
Eh… no sé… Alguien lo ha comentado por aquí, ¿no
Gary?
Gary ni se molestó en levantar la vista del vaso que estaba
limpiando con tanto empeño. Swift se giró hacia la puerta, al lugar donde
debían estar sus matones. Los mismos que le debían haber avisado de mi llegada.
Ambos estaban inmovilizados y a buen recaudo, camino de las celdas de mi
oficina, con la agradable compañía de McBride.
—
No están. Estamos solos tú y yo. Era un buen
plan, Tim, eso debo reconocértelo.
—
No sé de qué me habla, sheriff.
—
Venga, Tim... Se acabó. Lo que no entiendo es cómo
fuiste capaz de enviar a tus hermanos…
—
¿Les ha pasado algo?
—
Bueno… Digamos que… espero que hubieran expiado sus pecados antes
de meterse en la emboscada.
Empujó la mesa hacía mí. Mi bala fue más rápida y se alojó
en su pierna. Me miró, tapándose la sangrante herida con una mano y tratando de
desenfundar con la otra.
—
Vamos Tim, esa herida no es tan grave. No creas
que he fallado. Te estoy dando una opción. Aprovéchala.
—
¿Qué opción es esa?
—
Que le devuelvas lo que has robado al Jefe y a
su Nación, y que te instales con lo que te queda de familia en otro sitio. Un
tipo como tú seguro que es capaz de empezar de cero en otro lugar. Lejos de
aquí, eso sí.
Se movía cojeando ostensiblemente. Todavía seguía tratando
de desenfundar.
—
Antes muerto.
Por fin pudo sacar la pistola. Sonó un disparo. Una pistola
humeaba. Era la mía. Se desplomó. Las sonrisas habían abandonado su rostro. Ya
no parecía aquel tipo tan duro que tenía atemorizada a tanta gente. Su rostro se relajó y reveló, por primera vez, la que debía ser su verdadera edad, y que no debía
pasar de los veinticinco años. Demasiado joven para morir. Demasiado joven para
dirigir un clan. Demasiado joven para meterse en aquellos líos. Y sobre todo,
demasiado lento para alguien tan ambicioso.
—
Lo siento Gary. —Dije, señalando con la mirada a
Swift.
—
¿Lo mismo de siempre, sheriff? —Contestó sonriendo, al tiempo que me servía un vaso de
whisky.
—
Sea. —Me acerqué a la barra sin volver a mirar
al cadáver de Timothy Swift.
---------------------
La próxima entrega del juego, Te Robo Una Frase, será desde las 0:00 del lunes 20 de octubre, hasta mediodía del miércoles 22.
La frase elegida para octubre es la siguiente: La persona que había al otro lado era una mujer joven. Muy obviamente una
mujer joven. No había manera posible de confundirla con un hombre joven en
ningún lenguaje, especialmente en braille. – Terry Pratchett – Mascarada
Esta vez os propongo, también, cuatro frases para que votéis por la que más
os guste o la que creáis que pueda funcionar mejor. La más votada será la
elegida para el reto de noviembre.
1.- Se acercó a la rinconera y abrió el cajón. Dentro había
dos barajas, un cuadernillo de hojas sueltas para llevar la contabilidad del
bridge, un tornillo de metal dorado, un trozo de cuerda roja y un lápiz de oro.
—Dashiell Hammett —El halcón maltés.
2.- No había una nube en el cielo. Las estrellas brillaban.
No había niebla ni bruma. Era imposible que lloviera allí. Y sin embargo había
un charco de agua junto a la puerta. —Ray Bradbury — La muerte es un asunto
solitario.
3.- He visto hondas praderas con flores de púrpura llameando
altas y extrañas sobre el brillante césped; rebaños de puros y blancos
unicornios que retozan alegres, y un río que corre con un reluciente galeón en
él. —Lord Dunsany —Del cuento: El cuerpo infeliz. (Propuesta por Ricardo)
4.- No se tome la vida demasiado en serio; nunca saldrá
usted vivo de ella. — De Elbert Hubbard, ensayista estadounidense. (Propuesta
por Frank Spoiler)
Os animo a que votéis por vuestra favorita y a que sigáis
participando. También a que dejéis frases, vuestras o ajenas, que os gusten o
creáis que son “jugables”.
Me ha encantado, lo he leído y me parecía ver esas pelis del viejo oeste, lo he leído de una tirón.Un abrazo.
ResponderEliminarMi voto es para la primera frase .
ResponderEliminarMe alegra que te haya atrapado la historia y que te haya recordado a las pelis :-)
EliminarAnotado queda tu voto.
Saludos!
¡Vaya que grata sorpresa, Ramón escribiendo un western, mis lecturas favoritas desde los 13 a los 20 años! (con la ciencia ficción). Me alegraste el día haciéndome recordar tan bellos tiempos. Gracias amigo!
ResponderEliminarPues mira que bien, un placer haberte hecho volver a aquellas lecturas. :-)
EliminarEste personaje (el cual tenía claro que quería que protagonizara esta historia (de hecho era lo único que tenía claro (de hecho hasta ayer a las 21 horas aun no había acabado el relato))) se me ocurrió porque mi hermano me retó (y como no me gustan a mi los retos...) a que escribiera algo tipo western. Y por ahí anda la primera aventura en la que aprece el sheriff,
También te puedo decir que la historia ha estado a punto de juntar tus dos gustos de juventud, porque pensaba ambientar la historia en mi universo particular de Psi Deral (aun no lo descarto en un futuro, ya que no he cerrado esa puerta aun con los dos relatos del sheriff de Kinsley).
Saludos compañero!
Me olvidé de votar por la frase para noviembre... ¿cometo alguna trampa si voto por la nº 4 ?(que es la mía) es que las demás me parecen muy largas... je,je,je,je,je,je
EliminarPuedes votar por la que creas conveniente :-)
EliminarEso sí, las demás son más largas, pero igual dan más juego... no lo sé, lo dejo a la consideración de cada uno :-)
EliminarHa sido bastante entretenida la historia, me ha gustado mucho el viejo personaje, veo que no soy la única recordando viejas glorias en sus relatos jajaja
ResponderEliminarSobre la frase, me ha gustado mucho la 4, por sencillita, y al mismo tiempo la 3 también me ha entretenido. Si se puede votar a 2, voto a esas 2, si no, supongo que la 4. Total, siempre habrá tiempo para todas.
Espero con ansias utilizar la de mundodisco. Tengo una idea en mi cabeza, pero todavía es muy vaga como para comenzar a escribirla. dejaré que macere un poco.
¡Un besín!
Sí, ya he visto que tu también has tirado por personajes "vintage", jejeje. Me alegra haberte entretenido un ratico :-)
EliminarAnoto las frases que votas, y a lo mejor me sirve como desempate tu doble voto, veremos, jejeje.
Sabía que tu apreciarias la frase de Pratchett :-) Tengo alguna más de él en la recámara, jijiji
Un beso!
Hola Ramón: Qué sorpresa con esto del lejano oeste. No había leído tu anterior relato del Sherif, de modo que me lo pongo en cola (antes quiero leer a mis compañeros bloggeros).
ResponderEliminarPara la 4ª edición ya me he anotado la frase. Creo que irá mejor con el tipo de textos que suelo escribir. Últimamente el juego me lleva a escribir otros menos "de Mary", aunque me está encantando. Una descubre cosas de sí misma que ..... Bueno, eso. Y para la 5ª edición voto por la frase nº 2, la de Ray Bradbury — La muerte es un asunto solitario.
Gracias por seguir con el juego y por seguir escribiendo. Besos.
Me alegro que te haya gustado este nuevo género y la frase de la siguiente entrega. A mi me parece graciosa y que puede estar bien jugar con ella.
EliminarGracias a ti por seguir leyendo, jugando y por tu voto que paso a anotar.
Besos querida amiga.
Ah, y lo divertido de este tipo de juegos es poder buscar nuevas maneras de expresarnos, en genero o en cualquier otror aspecto de la escritura. Así que me alegro que a ti te haya llevado por esos caminos :-)
EliminarMuy buen relato, Ramón. Emocionante. Por momentos me ha hecho recordar alguno de aquellos Westerns protagonizados por Richard Widmark y compañía. Te felicito.
ResponderEliminarA propósito, gracias por recomendar mi blog. Te lo agradezco.
Un abrazo.
Muchas gracias, Pedro, un halago viniendo de ti. Tiene su lógica que te recuerde a esos westerns de película, yo he sido (y sigo siendo) más espectador (ya sea de cine o de series) que lector, y creo que eso se puede ver reflejado en mi manera de escribir.
EliminarUn placer tenerte de visita por estos lares.
Saludos!
Entretenido relato, Ramón, y como siempre se palpa tu sentido del humor tan sugerente. Con el nombre del jefe indio, por ejemplo, me eché unas risas jejeje.
ResponderEliminarEn cuanto a la frase, apunta mi voto a la propuesta de Frank, la 4ª frase.
Gracias, Sandra, me alegra haberte hecho pasar un buen rato, jeje
EliminarAgradezco también que aprecies el sentido del humor, pensé en usarlo más, pero tampoco quería forzarlo, o sale o no :-)
Anotado queda tu voto.
Gracias por jugar!
Un saludo
Efectivamente, mientras te leía me he visto a mí mismo viendo la pelí del sábado a mediodía. Perfectamente recreada la atmósfera y perfectamente definidos los personajes.
ResponderEliminarEn cuanto a mi voto, me quedo con la segunda. No solo me parece la que más posibilidades dramáticas tiene, sino que además, al ser corta, te ata menos. Además, si por falta de tiempo me veo obligado a escribir otro microrrelato, las otras frases prácticamente no me dejan "hueco"
Genial! Prueba superada entonces, lo cual me congratula.
EliminarEscrutado queda tu voto. A ver cuál gana.
Un saludo y gracias por seguir jugando con las frases.
Buenas noches a todos... Tras colgar mi relatito me he puesto a estudiar otro rato. Mañana y pasado paso, leo algo más y comento. Gracias por compartir tan buena iniciativa. Feliz martes a todos.
ResponderEliminarY mi voto va para la cuarta propuesta, aunque la tercera la dejo en segundo lugar... Hasta mañana.
EliminarGenial! Anoto tu votación. :-)
EliminarSaludos!
Ramón, el primer día lo leí a vuelapluma y me pareció bastante divertido. Hoy me he «recreado» algo más en la lectura de tu relato. Me gustó mucho el final, a veces hay que tener claro que todo tiene su coste y que hay que tener un potencial acorde a la ambición... He disfrutado mucho con «una de vaqueros»; muy bien trabajada. Un saludo.
EliminarEl jefe Conejo En Celo?? Me encantan los nombres que sueles elegir en tus relatos. Este me ha fascinado, una historia de vaqueros e indios, una emboscada, una trampa... Geniales los ingredientes.
ResponderEliminarY la tercera me gusta, tiene potencial.
EliminarSí, lo reconozco, soy un friki de los nombres... jejejeje
EliminarMe alegra haberte gustado también en esta vertiente western :-)
Gracias por seguir jugando, apunto tu voto.
A mi me ha hecho reir mucho ese nombre... y los hay... existen esos jefes que parecen estar siempre en celo...jajaja... ¡Menos mal que hace lustros que no he tenido alguno así!
EliminarMuy buen relato, Ramón, interesante, ameno y movido, con ese toque de humor un tanto negro propio de los western, te felicito! Yo estoy participando por ver primera en tu reto, mi blog es La Letra Insondable, espero lo disfruten. Un abrazo!
ResponderEliminarMuchas gracias, Alonso, me halagan tus palabras y me hace feliz que te haya gustado.
EliminarYa leí tu historia y te dejé allí mi opinión sobre ella,
Darte por aqui la bienvenida al reto y espero que te sigas animando a jugar en próximas entregas.
Saludos!
Me encanta haber vivido un rato en el lejano oeste! Muy bueno!
ResponderEliminarMi voto es para la frase de Frank.
Besos!
Y a mi me encanta que te haya encantado, jejeje
EliminarMuchas gracias por seguir jugando y apunto tu voto.
Un beso!
¡Muchas gracias Kary, eres un sol!! Muacksssssss
EliminarMe ha gustado mucho! Quería invitarte a MundoLiterario. Sería un placer para los lectores. Esperamos tu visita. La página es: www.mundoliterario.net ¡Saludos!
ResponderEliminarMuchas gracias, Magda. Acepto encantado la invitación que me has hecho. Para mi también será un placer publicar allí mis textos.
EliminarUn saludo!
Tocas todos los palos eh..jajaja muy bueno. Me ha costado sacar el tiempo para leerte pero merece la pena. Voto por la segunda frase. Puntazo lo del maestro Terry Pratchet jajaja
ResponderEliminar