viernes, 3 de enero de 2014

Día 115: El Blues del Vampiro



Vampire Blues es una canción de Neil Young

En días anteriores...  17, 44, 65, 81, 104.


Menuda locura estos días de fiesta. He de reconocer que lo he pasado bastante mejor de lo que preveía cuando me lo propusieron. Ni siquiera me han importado las burlas cuando llegué a la cena de Nochebuena con mi tupper con menestra.

La cena de Nochebuena… Madre…, no lo pasaba tan bien en años. Se podría decir que no hay mal que por bien no venga, aunque este caso, si no ponen remedio, sí durará más de cien años… Es lo que tiene la no muerte… Pero dejemos de filosofar y a lo que iba. La cena. Reconozco que la carne de político está sabrosa. Aunque sea un concejal de pueblo, se nota que se cuidan bien los muy mamones. Esa grasita… Eso no se consigue comiendo verduritas, ya te lo digo yo. Y lo que bebimos… Todo bueno. Pero bueno, bueno. Hace unos días saqueamos un supermercado y arramblamos con todo lo de marca, como si no hubiera un mañana, que no lo hay… Bueno, para los vivos no, ¿o sí?... ¿O somos nosotros los que no tenemos?... Bueno… Ya me entiendes…

     ¡Vamos!, ¿quién entra? — Preguntó Tomás con su voz de sargento retirado, que es lo que era. Al oírlo te daban ganas de ponerte firmes y tieso como el palo de la bandera.
     No sé, di tú… —Contestó Alejandro, casi con miedo a que  Tomás le arrestara a pelar patatas toda la Nochebuena. Algo que no era descartable.
     A ver, tú, Alejandro, por hablar, conmigo dentro. Marcelino y Basilio, también con nosotros. Coged un carro cada uno. Jorge, Lucía y Vito os quedáis fuera vigilando, por si los vivos…
     ¡A la orden! ¡Señor, sí señor!
     No seas pelota Jorge, por Dios. —No me pude contener.
     Shhh, calla, Vito, cojones. Que no quiero que me castiguen sin cena.
     Cobarde… Por cierto, ¡mirad si hay algún tomate, judías, alguna berenjena! ¡O menestra congelada!

El tiempo se paró, algo muy meritorio cuando eres un no muerto y lo único que tienes es tiempo. Se hizo el silencio. Las miradas se tornaron hacia mí. Parecía que no se iban a acostumbrar nunca, y temí que el castigado iba a ser yo. No fue así, al final conseguí mi menestra, aunque fuera congelada.

El resto de la velada fue genial. Comimos hasta empacharnos, algo poco frecuente en un zombi. Bebimos y bebimos y volvimos a beber, como los peces en el rio y los borrachos en una boda, o Keith Richards un martes cualquiera. Entrada ya la madrugada de Navidad conocí a Santa Claus. Qué simpático es el gordito cabrón. Dan ganas de comérselo, literalmente. No lo hice, aunque la verdad no sé si es un no vivo o qué es en concreto. Además de un borrachín. Madre mía, como bebe el payo. No me extraña que tenga siempre la nariz y los mofletes de ese color. Lo que no se es como se mantenía en pie a esas horas. Pero ahí aguantó, como un campeón.

 Al final se enfadó con nosotros. Fue cuando trató de marcharse y vio que nos habíamos zampado a la mitad de sus renos. Yo le hinqué el diente al Rudolph ese. Nunca me cayó bien. Creo que también le daba a la bebida. Esa nariz roja… Además sabía como si lo hubieran macerado en whisky. Y se enfadó Santa. Amenazó incluso con llevarse los regalos, pero le faltó valor. Se le puso enfrente nuestro sargento de hierro particular, Tomás, y se le pasó hasta la borrachera al gordinflón. Hay gente que no sabe aguantar las bromas… ¡Además nos habíamos quedado con hambre! Que dé gracias que él se fue intacto y con un par de renos.

El fin de año fue más de lo mismo, sin Santa, eso sí. Para fin de año nos zampamos a un director de sucursal de Bankia. Qué a gusto nos quedamos, sobre todo Susana y Ángel, un par de jubilados a los que les engañaron con las preferentes. A ellos les dejamos que se sirvieran primero, que eligieran qué querían comer. ¡Qué menos! Ya que no iban a recuperar el dinero, por lo menos cenaron como marqueses.

Por cierto, hablando de la nobleza. Conocí a otro ser entrañable. Uno de los primeros descendientes del Conde Drácula. Iba andando  la otra noche con Paco, un zombi espigado y corpulento, al acecho de cualquier ser vivo que echarnos a la boca y nos topamos con él.

     Caballeros… — Su voz sonaba apacible. Olía a ataúd poco aireado. Vestía elegante. No como para un bautizo, sino elegante de verdad.
     Hola Cosmin, ¿cómo va eso? ¿De cena? —Paco parecía conocerlo. Yo me quede mirando, con esa mirada típica que ponemos cuando un amigo tuyo se para a hablar con alguien que no conoces. Esa mirada de: preséntamelo o vámonos, pero haz algo ya. Me lo presentó.
     Cosmin, este es Vito.
     Encantado Cosmin.
     Vito… —Hizo un gesto con la cabeza y me ofreció su mano para estrechársela. Era una mano firme. Una piel suave, demasiado incluso para llevar seis siglos vagando por el mundo.

Me contó que su nombre en realidad es Cosme, pero que en su negocio las apariencias lo son todo (sobre todo en los vampiros de la vieja escuela), y un nombre que suene centroeuropeo siempre viene bien. De hecho él es español. Tuvo la ocasión de viajar a Transilvania, en algún tipo de guerra, y allí se topó con el bueno de Vlad, y lo convirtió. Pasó un par de siglos allí y luego decidió volver a su país, ya que aquí hay menos competencia. La conversación fue derivando a los vampiros de hoy en día. Hay que ver lo que salía de su boca cuando tocamos el tema. Les dijo de todo menos bonitos. Que si lo de poder vivir de día era anti natura, que a esos jovenzuelos lo que les hacía falta eran un par de ostias bien dadas. Que si se maquillaban con más rímel que unas vedettes trasnochadas… Y no le tocaras el tema de ir al instituto…

     ¡Qué vergüenza, por Dios! Si Vlad viera estas cosas… Todo lo que hemos luchado para que se nos reconociera, se nos temiera… Y ahora van los tipos estos, brillando como un gusiluz, enamorándose de quinceañeras… ¡Y no las transforman! ¡Pero qué mierda es esta! Y comer sangre envasada por no matar, por evolucionar, por adaptarse. ¡Adaptarse! ¡Mis cojones! Enfermo me ponen... Ese no es el espíritu. ¡O te los comes o los transformas, es para lo único que sirven los humanos! No os ofendáis…

No lo hicimos. A fin de cuentas nosotros somos humanos en stand by. A día de hoy nos alimentamos de lo mismo que él, aunque de una manera menos elegante, eso sí. La de cosas que estoy aprendiendo. Y mucho me temo que son más las que me esperan, en este año que recién empieza, querido diario.


Continuará...

1 comentario:

  1. Fantástico!!! Y de esto va a hacer un año, eh?
    Ahhh.. Ramón, que bueno haber coincidido contigo y habernos conocido!!!
    Feliz Nochebuena, otra vez!!!

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