—
Tenemos que ir y cuanto antes mejor. —Dijo Sara,
llena de entusiasmo.
—
No sé si es buena idea, no me gustan nada las
historias que cuentan sobre ella. —Contestó un precavido Vicente.
—
No me seáis gallinas. —Replicó Sara.
—
¡Eh! Que los demás no nos hemos acojonado…
Todavía… —Dijo, tímidamente Alberto.
—
No se hable más, mañana por la noche vamos. Y
dad gracias que ya ha pasado la noche los muertos. —Sentenció Sara entre risas.
A la mañana siguiente quedaron para repasar todos los
detalles de la excursión prevista para aquella noche. Todos debían llevar una
linterna, una grabadora y una cinta de casete, por si alguna fallaba no hacer
el viaje en balde.
El lugar al que iban era una casa de mediados del siglo
dieciséis, con una torre de vigilancia típica de la época en Alicante. Según
contaba la leyenda, en aquella casa se había quedado atrapado el espíritu de
una dama. Dicha dama había sido abandonada por su amado el día en que los
sarracenos llegaron. Huyó cobardemente dejándola sola, a merced de semejantes bárbaros.
Su casa fue la primera en ser saqueada, dada su cercanía a la costa. Lo peor
fue lo que le hicieron a ella… Digamos que… También la saquearon y cuando
acabaron la dejaron para que la agonía y la tristeza se la llevaran. Y así fue,
sólo que su alma decidió, según las leyendas, quedarse en aquella casa
eternamente, vagando y llorando en busca de alguien que llenara su vacío.
Muchos, antes que ellos, había ido allí a investigar, a
pasar una noche de miedo, a curiosear… Unos decían que aquello era un timo, una
patraña, que allí lo único que había era humedad y oscuridad. Otros afirmaban
haber contactado con ella, haber grabado su voz, incluso su silueta. Ellos
quería vivir la experiencia de primera mano, que nadie se lo contara.
—
No entiendo el porqué de esta entrada. Venir
andando tampoco costaba nada.
—
¿Qué dices, Armando? ¿Venir andando?
—
¿Se puede saber que os pasa?
—
Es la emoción, por llegar a la casa…
—
No, me refiero a qué hacéis rimando…
—
Bueno, al venir por el mar… Era más difícil
caminar…
—
Rimando… Como en un poema ¡Rimando!
—
No sé qué cojones dices, Vicente… Ha de ser cosa
del narrador omniscente…
NARRADOR: Omnisciente, se dice omnisciente. Y no, no sido
culpa mía. Ha sido el autor, el que al parecer quería, incluir en la historia una poesía.
Los muchachos miraban con estupor, ¿el autor? ¿Qué autor?
SARA: Perdone y usted es…
NARRADOR: ¿No está claro?
SARA: Lo que es, es raro…
NARRADOR: El narrador, pardiez
AUTOR: ¿Por qué no dejáis la discusión y con la historia
continuáis?
NARRADOR: Sí señor, se hará como vos digáis.
A la costa por fin arribaron, y a partir de ahí hasta la
casa caminaron.
VICENTE: ¿Y vamos a seguir la historia de ripio en ripio?
ALBERTO: Ni idea, yo por mi volvería al principio…
El narrador hizo caso omiso, pues con la historia tenía un
compromiso. Entraron en la casa y a su
paso la madera crujía al tiempo que su corazón palpitaba…
SARA: Disculpe, narrador, ¿no se dio cuenta del error?
El narrador reviso lo último que había escrito.
NARRADOR: Ah, es cierto… repito
Entraron en la casa y a su paso la madera se lamentaba al
tiempo que su corazón… latía
El grupo de repente paró, como con cierta grima.
SARA: El grupo sí paró, pero por su mala rima
AUTOR: ¿Queréis dejar de discutir y avanzar con la historia?
NARRADOR: Es el grupito este, me marea como una noria…
AUTOR: Deja ya la rima ripiosa, y a otra cosa.
Los cuatro muchachos fueron investigando por toda la casa,
habitación tras habitación, con el fin de decidir qué estancia sería la más
adecuada para su investigación. De
repente Armando frenó en seco.
—
¿Qué pasa? ¿Has sentido algo? —Pregunto Sara, con cierta esperanza.
—
No. Pero creo que lo mejor es que nos vayamos.
—Contestó, con apenas un hilo de voz.
—
¿Por qué?
—
¿Por qué? ¿En serio? ¿No ves el problema? Jugar
con ciertas… artes… no suele salir
bien.
—
Anda, no digas tonterías. —Dijo Sara con su
mejor sonrisa.
—
Que sí, Sara, que uno lee historias… Y no acaban
bien… No quiero acabar aquí, como alma en pena yo también.
—
Espera, espera… ¡Eh, tú! —Exclamó enfadada Sara.
—
¿Quién yo? —Preguntó Armando.
—
No, tú no… El de ahí arriba… El omnisciente…
¿Has metido publicidad de otra historia?
NARRADOR: ¿Quién? ¿Yo? Para nada, para nada…
—
¿No? Entonces, ¿si la gente pulsa en ese enlace
no accede a una historia anterior?
NARRADOR: No sé de qué me estás hablando…
—
¡Lo has vuelto a hacer!
AUTOR: En serio… Parad ya… Que la gente va a dejar de leer…
La muchacha bufó con disconformidad.
—
Está bien… A ver Armando, aquí ha venido mucha
gente antes que nosotros, y a nadie le ha pasado nada…
—
Uy sí… Con eso me quedo mucho más tranquilo…
—
Venga, vamos a ver si podemos grabar una
cacofonía y así nos entretenemos… — Guiñó un ojo de complicidad a Armando.
Fue Alberto el que sacó su grabadora, introdujo la cinta y
apretó el botón de grabar.
—
Si estás ahí, manifiéstate… —Dijo Vicente, sin
demasiada convicción.
Acto seguido se callaron los cuatro durante los 30 segundos
que había acordado. Transcurrido ese tiempo pararon la grabación y comenzó una algarabía
de voces discordantes.
—
Venga, vamos a escucharlo. —Dijo la entusiasta
Sara.
—
No sé yo… Mejor nos vamos… —Volvió a las andadas
el asustadizo Armando.
—
Yo creo que algo ha pasado, ¿habéis notado como
un escalofrío? —Preguntó Alberto.
—
Que no haya sido la corriente de las ventanas
rotas… —Trató de convencerse Vicente.
Al final, como era evidente, escucharon la grabación. Pusieron
el sonido al máximo volumen, porque decidieron que si se había grabado algo lo
oirían mejor, que los espíritus tenían la mala costumbre de vocalizar poco y
susurrar mucho. Lo que sonó fueron unos cuantos segundos de silencio, y de
repente:
… AME VENENO ME QUIERO MORIIIIIIIIIIRRRRRRR DAME
VENEEEEEEENOOOOOOOO…
—
Me cago en todo lo que se menea, Alberto —Espetó
Sara con el corazón a punto de salirle por la boca— ¿Quieres matarnos? ¿No
trajiste una cinta virgen?
—
Eh… Es que… ¿Quién encuentra una cinta virgen
estos días?
—
Ni cinta ni nad… —Intentó bromear Vicente, hasta
que Sara lo fulminó con su mirada.
—
Seguro que ahora la hemos enfadado… —Murmuró Armando.
—
Vamos a repetirlo con mi casete, que yo sí traje uno virgen —Dijo con una mirada
asesina Sara.
Repitieron la operación con un resultado similar, pero sin
el clásico de Los Chunguitos para amenizar.
—
Nada otra vez… ¿Ves? Mejor nos vamos… Aquí no
hay nadie… —Trató de convencer al grupo Armando.
—
Si no hay nadie, ¿a qué esas prisas? —Sonrió
Sara— Además, que no haya contestado no quiere decir que no esté por aquí.
En esto tenía razón la muchacha. Podría darse el caso de que
el espíritu en cuestión estuviera por allí, viera a cuatro muchachos con una
gran dosis de excitación, mezclada con miedo, entrar en su sala de estar, y
dejando una grabadora en el suelo. Seguramente el espíritu pensaría, “si hablo ahora les jodo la maqueta…”
—
Mírale, que gracioso…
—
¿Quién?
—
El payo omnisciente.
NARRADOR: Queréis dejar de romper la cuarta pared…
ALBERTO: Nosotros no hemos roto nada, ya estaba así…
SARA: No se refiere a estas paredes, memo…
ALBERTO: Ah… ¿Hay otras?
SARA: Se refiere a la pared imaginaria que nos separa a
nosotros, los protagonistas de la historia, de los espectadores. Pero, ¿ese
caso no se daría si nos dirigiéramos a los lectores en lugar de a ti?
NARRADOR: Bueno, pero ya me habéis entendido…
ALBERTO: No, yo no lo había hecho… Y hablando de cosas que
no entiendo… ¿Qué es el narrador omnisciente?
NARRADOR: Es el encargado de contar la historia, teniendo
además la cualidad de saber todo, tanto sobre la historia como sobre los
personajes.
VICENTE: ¿Todo? ¿Lo sabes todo sobre nosotros?
NARRADOR: Sí, pero tranquilo, no diré que los tres estáis
ahí porque estáis enamorados de Sara… Uy…
Los tres muchachos se sonrojaron.
—
¿Y sabes cómo acaba esto? —Se apresuró a
preguntar Armando
NARRADOR: ¿Si morís alguno o no?
ARMANDO: Eh… Bueno…
AUTOR: Al grano… Vamos al grano… Que la historia es para el
juego de las #150Palabras.
SARA: Me parece que ese tren lo perdiste hace tiempo,
querido autor… Por cierto, van ya unas 1400 y aún no has colado las palabras de
hoy…
AUTOR: Eso es culpa del Narrador:
NARRADOR: ¿Perdón?
AUTOR: Sí, no me mires así. Ahora, por favor, ¿podemos
continuar con la historia? Gracias.
NARRADOR: ¿Por dónde íbamos? Ah, sí…
… La cinta, pues, no había registrado voz alguna. Sin
embargo sí que pudieron escuchar un lamento en la lejanía que les heló la
circulación.
—
¿Habéis oído eso? —Fue Vicente el que se atrevió
a preguntar.
Sus amigos le miraron como diciendo, ¿por qué no te callas? Lo hemos oído pero queremos olvidarlo cuanto
antes, no necesitamos que vengas tú a recordarnos estas mierdas. De repente
se escuchó un grito como un cañón.
—
¿Es Sara?
—
Cómo va a ser Sara, Alberto, ella está con noso…
En ese momento los tres se dieron cuenta de que la chica no
estaba allí.
—
¿Sara? ¿Dónde estás? No juegues con nosotros,
anda… —Dijo el asustadizo Armando.
—
¡Socorro! ¡Ayudadme!
—
¡Es ella! ¡Vamos a buscarla! —Dijo el valiente
Alberto.
Los otros dos le miraron con cara de, deja de usar el plural
y ve tu a buscarla, que nosotros os esperamos aquí…
—
Venga, chicos, es nuestra amiga la que está
pidiendo ayuda. ¿En serio la queréis dejar a merced de… de lo que quiera que
haya por ahí?
A pesar de que no había sido el mejor de los argumentos, de
hecho podría decirse que estaba en el top cinco de los peores argumentos, los
tres chicos comenzaron la búsqueda por la casa. Eso sí, sin separarse, que todos
habían visto muchas películas de miedo como para cometer ese error.
La búsqueda fue infructuosa en las primeras estancias. Al
paso de cada una de ellas el nerviosismo aumentaba, al tiempo que el miedo…
Bueno, el miedo había tenido que ir a cambiarse la muda… Al entrar en la
primera habitación del piso superior la vieron. Era una figura, el tipo de
figura que el cerebro no quiere reconocer como real y que trae con ella varios
años de terapia. Los tres se quedaron quietos.
—
Vamos… Sara… Deja las bromitas… —-Se atrevió a
decir Vicente.
La figura comenzó a moverse hacia ellos al tiempo que su
lamento, casi llanto, se hacía más intenso. Los muchachos comenzaron a correr,
bajaron la escalera como si fuera una rampa. Detrás de ellos la figura la bajo
a duras penas, trastabillándose por el camino hasta llegar a la planta baja.
Los chicos salieron de la casa sin mirar atrás, al tiempo que la figura les
decía: pero qué gallinas sois, se pone
una un velo negro y masculla un poco y os cagáis por las patas abajo… Venga,
parad, que soy yo…
Pero ellos no lo escucharon, lo que si escucharon fue un
golpe contra el suelo. Tras una breve discusión, de esas que se hacen con las
miradas, entraron con toda la precaución del mundo a ver qué había sido el
ruido y a volver a buscar a su amiga. Encontraron ambas cosas a la vez.
—
¿Sara? ¡Sara! ¡Nos escuchas!
Claro que os escucho, bobos, estoy aquí, ¿no me veis?
—
Me cago en… ¡No respira! ¡Mierda!
Venga chicos, dejaros de tonterías… Estoy aquí…
De repente una figura apareció junto a Sara. Ella la miró
incrédula.
¡Sorpresa!
Tú eres…
El espíritu de la casa, sí…
Chicos, ¡huid! ¡Corred!
Como no enchufen la grabadora no te van a poder escuchar…
Pero… ¿qué dices?
La figura hizo un gesto hacia donde estaban los muchachos,
entonces lo vio por primera vez. Era su cuerpo inerte, vacío de vida. Con la
sangre abandonándolo a borbotones.
No me jodas… y… ¿ahora qué? ¿Me quedo vagando aquí contigo?
Oh… No, querida, deja que te presente a una amiga…
Al lado de ellas había otra figura. Esta era… cómo decir… La
Figura. Sara la miro sin miedo, consciente de su situación.
¿NOS VAMOS? TENGO UN
POCO DE PRISA, TENGO UNA CITA EN SAMARRA…
La voz de la muerte sonó como un ataúd cerrándose. La
muchacha asintió.
La foto, una vez más, es cortesía de Diego Escolano.
Osea, que puedes escribir esta parrafada de 150 palabras pero no te atreves con el NaNoWriMo...
ResponderEliminarNo sé decirte cuánto me ha gustado esta historia, no sé si aplaudirte, reírme como una loca o qué. Pero en serio, joder, qué risa. No he podido separar los ojos de la historia.
Me ha encantado lo de las rimas, a mí a veces me pasa que veo una en medio de la historia y me quedo muy trabada, sin saber cómo reaccionar. Ay, jo, en serio, qué risa.
En serio, fabuloso.
¡Un besín!
Bueno... 2000 palabras esán lejos de las 50.000 del NaNoWriMo... jeje
EliminarBueno, si te has reído para mí es mucho más que suficiente. Esa era la idea, con la esperanza de no haber pasado la línea del frikismo...
Así que, misón cumplida, o eso creo... ;-)
Besicos agradecidos!
Muy muy bueno, Ramón. Humor absurdo (mi favorito), diálogos descacharrantes, una situación hilarante y un final magistral. En ciertos tramos me recordó a la obra de Jardiel Poncela, por lo del teatro del absurdo. Una vez más, te felicito. Un abrazo.
ResponderEliminarA mi también me encata ese humor, y es una honor que me compares con un grande como es Jardiel Poncela. De él he leído dos de sus tres novelas (la otra la tengo pendiente, como también su obra teatral). Así que sí, es una de mis influencias en este terreno humorístico. Como también lo es Groucho (no sólo por sus películas, también por sus escritos), Woody Allen (el mismo caso que con Groucho) o Terry Pratchett...
EliminarMuchas gracias por tus (una vez más) amables palabras.
Saludos halagados!
Me cago en la.... ja,ja,ja,ja,ja lo que me he reido con tu narrador omnisciente de los cojones... y luego el jodido autor ¿qué no se sabe dar a respetar? pues vaya mierda de endeble y pusilánime... ja,ja,ja,ja,ja. De verdad tío, esto es para que lo enmarques y lo mandes a concursos, pero a todos eh? ja,ja,ja,ja,ja ¡¡Muy bueno!! (lo de las 150 palabras ha sido un lapsus no?). ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja
ResponderEliminarGracias a Dios, porque esa era la idea, robaros unas risas :-)
EliminarLo de los concursos... Pues mira, a lo mejor, total peor que hasta ahora no me iria y al menos no pondría esperanzas jejeje
(Lo de las 150... tenía claro que iban ser más, pero creía que tantas jejejeje)
Saludos compañero!
Creatividad en el desarrollo de la historia, de los toques de humor, de su narrador omnisciente... Ha valido la pena exceder del límite de las 150 palabras.
ResponderEliminarSerá un placer seguirte en tus creaciones.
Saludos Calados.
Para mi es un palcer que te hayas pasado ya esta vez y que hayas dejado estas amables palabras. :-)
EliminarUn saludo!
Pobre Sara..... Te los podías haber cargado a ellos, que me caían peor...
ResponderEliminarEn cuanto a divertirte, imagino que te has reído hasta a carcajadas, escribiéndolo!! A mí también me pareció divertido. Lo único que no me va mucho es que seguirás riéndote.... pero de nosotros!!!
Oye, me encantó que metieras al narrador omniesciente y al autor, "uséase" a ti. Fue un placer verte en el relato. Lo de los ripios, pues eso, que me partí de risa... Y lo de excederte en las palabras... pues ya sabes que a mí me encanta, la verdad.
Ah!! Me encantó cómo las encajaste. Para mí, la mejor. Y lo de los enlaces, es genial. Bueno, yo como no sé hacer esas cosas, pues me parece pura magia, además de asegurarte más "leídas", jajajaja. Me gustó mucho.
Bueno, te espero a la siguiente. Besucos.
Pues seguramente tengas razón, la verdad es que hasta el final no sabía si iba a morir nadie o qué iba a pasar.
EliminarSí que me lo pasé bien escribiéndolo, aunque también sufrí a ratos porque me costaba y no sabía si iba a quedar muy friki... Y ahora sí que me rio, pero al leerlo... de vosotros en la vida! Si sois los mejores lectores del mundo mundial!
Cienes de besicos amiga Mary!
Jajajaja Excelente Ramón. Me encanta tu humor absurdo. Deberías leer a Ionesco si no lo conoces todavía, te va a sonar un poco jejeje
ResponderEliminarPD: Y luego de esto, de verdad no te atreves con el Nanow?!
Me alegra que te guste mi humor, es lo que más me gustaría escribir y lo que más me cuesta (aunque parece que poco a poco va saliendo).
EliminarA Ionesco no lo he leído todavía (como a tantos (demasiados) otros), pero lo anoto en mi lista de pendientes... :-)
Y no, sigo sin atreverme con el NaNo... Quizá sea más pereza que otra cosa... jeje
Besicos!
Pero mirá que ya por los comentarios sabía que me iba s reír, pero no sabía que tanto!!!! Jajaj
EliminarTe felicito Ramón, tenés una facilidad para el humor en tus relatos... y con lo bien que nos viene unas carcajadas. :)
Besotesss!!!!
A pesar de que en el blog abundan otro tipo de historias, lo que más me gusta es escribir humor, lo que pasa es que no siempre sale :-)
EliminarMe congratula el haberte hecho reír, amiga Kary.
Besicos!!!
Muy bueno, me recuerda a una charada que salía en un periódico y se llamaba "Diálogo para besugos" y que, como mi padre era seguidor de ellos, los recortaba y pasados los años, pude leerlos y a cada cual más hilarante. Pues igual.
ResponderEliminarUn saludo, Ramón.
PD: Tienes toda la razón con el Nanowrimo. No tiene nada que ver con lo que tú haces. No sé si podrías hacerlo o no. Pero no se parece en nada. Yo hice uno y me salió una novela que es la del blog, en honor a René Barjavel y su novela La noche de los tiempos.
Pues yo diría que de cacofonías no se trata, sino de psicofonías que no es lo mismo. Y si no, háztelo mirar, jajajaja...
ResponderEliminarLo demás es divertido y rocambolesco, sin pies ni cabeza y un poco absurdo pero se deja leer.
No es de los que más me ha divertido, pero no siempre se coincide en el humor.
Voy a leerme el siguiente que creo que me interesa más.
Saludos, Ramón.
Ramón, te sales. Me ha gustado mucho el juego que has dado entre narrador y personajes, y el autor metiendo cizaña :p
ResponderEliminarY sí, siempre tiene que haber algún muerto, hasta en los mejores argumentos, genial relato. Muy bueno y original.