Tras una noche en los calabozos, subieron a Corbinos de
nuevo al despacho del comisario Aliaga.
—
¿Habéis aclarado ya el error? —Peguntó el
inspector.
—
No parece que haya error alguno, Corbinos.
—
Pues yo soy inocente.
—
¿No podría ser que tuvieras alguna laguna
mental? ¿Que algo, como una nube, te hubiera tapado partes de tu
memoria?
—
¿De qué estás hablando, Aliaga?
—
Ya sabes, hay enfermedades que traicionan a nuestra
mente. Eso, quizá, podría ayudarte en tu defensa.
Pretendes que me haga pasar por loco cuando
lo que soy es inocente… Eso no se lo creería nadie, es una vulgar
mentira.
—
Me temo que la verdad es mucho peor…
—
¿A qué te refieres?
—
Hemos encontrado los dibujos en tu casa.
—
¿Qué? No puede ser, los habrán plantado allí. El
asesino los habrá puesto allí.
—
Sólo hemos encontrado tus huellas, y ningún
vecino recuerda a nadie extraño. Además está lo de las cámaras.
++++++
—
¿Qué cámaras?
—
Parece que no fuiste tan listo, y en los últimos
moteles o bien había cámaras de seguridad en los mismos o en las cercanías, y
te grabaron.
Corbinos ni siquiera contestó a esa afirmación del
comisario. Cada vez estaba más hundido en una realidad inminente. Iba a ser
encarcelado, y por una buena temporada. Podría usar la defensa que el comisario
Aliaga le había sugerido, pero eso sería una mentira más.
Tras unas horas en el calabozo, esperando a ser trasladado a
prisión,le volvieron a subir a la comisaria.
—
Tienes una llamada, Corbinos. Es tu abogado.
—
¿Qué? ¿Mi abogado? Si aún no he llamado a
ninguno.
—
Es lo que ha dicho. Está por la línea dos.
Se sentó junto a la que había sido su mesa durante años y
descolgó.
—
¿Diga? —Preguntó con toda la precaución y la
intriga que la situación había reunido.
—
Hola inspector Corbinos, ¿qué tal es su nueva
vida? —La voz le resultaba familiar. Demasiado familiar— Sospecho que me ha
reconocido.
—
¿Tu? ¡Cabronazo! ¿Cómo me has inculpado?
—
¿Yo? No es lo que dicen las pruebas…
—
¡Rápido! ¡Rastread la llamada! ¡Grabadla! —Sus compañeros
lo miraron desconcertados.
—
Sabes que no podemos hacer eso, es tu abogado.
—
No, no lo es. ¡Es el jodido asesino! —Las
miradas seguían siendo de extrañeza. De compasión. Parecían pensar que lo
habían perdido en el mar de la locura.
—
¿Qué pasa Corbinos? ¿No le creen? No importa,
tampoco iban a conseguir nada. ¿En serio cree que iba a llamar sin tomar todas
las precauciones posibles? ¿No ha aprendido nada de mí durante estas semanas?
¿Aún no sabe quién soy? ¿No se lo dijo su madre?
—
¿Qué tiene que ver mi madre en todo esto?
—
¿No le dijo que usted no era hijo único, que
tuvo gemelos y se desprendió de uno como el que se desprende de un pañuelo
usado? No, no lo hizo. Nunca lo reconoció a nadie. Le eligió a usted, a saber
con qué criterio, y a mí dio orden de que me dejaran en un orfanato, sin
importarle mi destino, si iba a ser bueno o malo. Si iba a ser rico o pobre… Y
a ti te crio, te dio una educación. Y terminaste teniendo todo lo que me
pertenecía a mí…
—
¿Un gemelo? ¿Eres mi gemelo?
—
Veo que eso es todo lo que te ha importado de mi
disertación.
—
Me importa más atraparte, pero vayamos por
partes.
—
Qué tierno… Atraparme… En fin, sí, soy tu
gemelo. Gemelo idéntico, para más señas.
—
De ahí el ADN…
—
Muy bien, Corbinos, muy bien… Bueno es hora de
despedirse.
—
Te voy a atrapar.
—
Oh… No, no lo creo…
—
Cometerás algún fallo. Volverás a matar.
—
No. Ya he terminado con eso. He conseguido lo
que quería.
—
¿Qué? ¿Acabar con mi vida?
—
Sí, más o menos, sí. Como tu madre lo hizo
conmigo nada más nacer. Adiós hermano. Que te vaya bien en prisión.
—
No cuelgues… —Dijo ya al tono del teléfono.
Fin
Ramón, me has dejado de piedra. Esa sí que no me la esperaba...
ResponderEliminarSorpresa tremenda, jajajaja Pobre Corbinos. Abrazos.
Me alegro pues, de eso se trata de sorprender, al menos de cuando en cuando... jejeje
EliminarFeliz de que te haya gustado y de recibir siempre tus amables palabras.
Saludos!
Nooooooooooo..... Sabía que odiabas a Corbinos, Ramón!! Lo sabía!! Seguro que tú eres el maldito gemelo!!! No puedes haberlo hecho: NO PUEDES!!!!! Uffff... que me dejo llevar!! jajajaja
ResponderEliminarGracias una vez más por compartir tus relatos y ahora, a empezar la siguiente serie, no??
Besos y ¡Nos leemos! ;-)
jejejeje, más que caerme mal Corbinos lo que pasa es que me apetecía que ganara el malo esta vez... :)
EliminarLa siguiente serie... veremos lo que sale, yo suelo ser el primer sorprendido, jeje
Un beso!
Me lo he vuelto a leer todo... ¡wao! ¡muy bien! Las historias de asesinos me hielan la sangre, pero he de decir que esta me ha encantado... Bona nit!!
ResponderEliminarBueno, me alegro que está te haya gustado, Julia, (no se si te ha helado la sangre o no). Y gracias por leerlo de nuevo entero.
EliminarSaludos!
¡Impresionante final! Totalmente inesperado. Me inclinaba yo por la locura y mita tú...
ResponderEliminar¡Genial relato Ramón!
Gracias Verónica, feliz de que te haya gustado y te haya sorpendido el giro final. :)
EliminarSaludos!
Estoy de acuerdo con el comentario..eres el gemelo maligno sin duda! jajaja Da pena que se acabe la historia pero nos dejas con muy sabor. Feliz semana!
ResponderEliminarNaaaaaa... si yo soy un bonachón (jijijiji), pero es divertido (como dije) que a veces gane el malo, aunque solo sea por variar... jeje
EliminarUn saludo!
GENIAL. Bien contada, sorprendente y con ese juego cómplice tan difícil de lograr. Felicidades.
ResponderEliminarEiiii, era una de las dos opciones que di en un post anterior, aunque elegí la opción incorrecta, muy bien llevada la trama. Jajaja, a ver qué se te ocurre ahora para sacar a Corbinos de ahí.
ResponderEliminarUn final inesperado para un relato extraño por entregas de 150 en 150 palabras. Me ha gustado pero espero por el bien de Corbinos y de tu salud, Ramón, que tenga una segunda parte...
ResponderEliminarSaludos.