Como había intuido, pasó la noche
inquieto, sin pegar ojo. Tras el cuarto bostezo decidió levantarse, no sin
antes lanzar una mirada amenazadora y maldecir entre dientes al Libro. Este
trato de rehuir el contacto visual, haciéndose el distraído.
Se le acercó uno de sus
seguidores. Siempre se acercaba uno de sus seguidores. Era una manía muy incómoda
esta que tenían.
— Ya,
ya sé… Ahora os diré lo que tenemos que hacer. Deja por lo menos que me estire
un poco.
El muchacho paró en seco. De
hecho, si un observador ajeno viera la escena en ese momento no lo distinguiría
de una estatua. Temía hasta parpadear.
— Respira,
hombre, respira. No es para tanto. Deberíais acostumbraros a mi manera de ser
cuanto antes.
El chico se marchó junto con sus
compañeros. Él abrió el libro.
Sabes que no es culpa mía. No me puedes colgar a mí todo lo malo que os
pase.
— De
quien no es culpa es mía.
Pues eso es lo que he dicho…
— Cállate…
Deberías callarte tú, ¿no ves cómo te miran los chicos?
— ¡Por
tu culpa! —Gritó, al tiempo que se dio cuenta como las miradas de los allí
presentes se centraban en él— Lo ves… —Dijo ya susurrando.
Creo que lo mejor es que os pongáis en marcha.
— ¿Para
qué? Para llevar a parte de estas criaturas a un final horrible.
Bueno… Ejem… Esto…
El Libro le miró como mira un
niño a su padre cuando trae malas noticias del colegio.
— ¿Qué?
¿Acaso no es así? Lo leí con mis propios ojos. Leí que varios iban a morir.
Incluso quienes iban a ser y cómo iban a hacerlo. Sé muy bien… —En ese momento
su cerebro entendió aquella mirada. Nunca había sido demasiado rápido en sus
deducciones.
Sí… Verás… Respecto a eso… Ejem… ¿Cómo decirlo? Ejem… Si salís ahora…
Bueno… Podría no morir nadie…
— ¿Pero
a ti que mierda te pasa? ¿No sabes que no he pegado ojo en toda la noche por
culpa tuya, de tus palabras? ¿Y ahora me dices que eran mentira?
Esto… Mentira tampoco… Eran verdad en ese momento…
— ¿En
ese momento? ¿Y qué ha cambiado?
Tu...
— ¿Yo?
Sí… De todas las opciones que
tenías, elegiste la de no dormir. Eso abre otro futuro…
— ¿Y
me lo dices ahora?
Bueno, es que yo no puedo influir al cien por cien. Conozco todos los
futuros posibles, y te puedo indicar ciertas directrices, como qué camino
tomar, por ejemplo, pero no puedo predecir todo. No sé en qué piedra vas a
tropezar, si es que lo haces. No sé cuánto va a durar una parada. O Si vais a
comer carne o pescado, antes de que lo hagáis. Sólo sé las consecuencias una
vez lo habéis hecho, y entonces puedo volver a reescribirme.
Se le quedó mirando con cara de
póquer. No había entendido ni la mitad de todo aquello, pero no quería darle
esa satisfacción al Libro. Respiró hondo y cerró con fuerza el Libro.
— Recoged,
nos vamos ya.
Los muchachos se apresuraron a
obedecer y en menos de diez minutos estaban en marcha.
— ¿Señor?
—Una muchacha interrumpió sus pensamientos sobre la nada, cuando llevaban más
de media hora caminando.
— Dime…
—Contestó él sobresaltado.
— Perdone
si le he asustado…
— No,
para nada, para nada… —Dijo él tratando de recobrar la compostura.
— Nos
hemos dado cuenta, señor, de que… Esto… No queremos decirle cómo debe hacer las
cosas, ya sabe… Pero… Desde que hemos salido de las cuevas no ha mirado el
Libro. De hecho, no lo lleva en la mano… Eh… ¿Lo ha perdido?
— No.
Lo llevo en la mochila.
— Ah…
—Dijo ella, tratando de hacer ver que eso la tranquilizaba. No lo consiguió.
— No
te preocupes. Lo he leído antes de salir. Se lo que debo hacer. —Mintió
En realidad había decidido tomar
el mando. No pensaba hacer caso a aquel maldito manuscrito. Al menos en una
semana. Lo único que esperaba era que esa decisión no mermara el entusiasmo de
los chicos. Sólo habían pasado doce días desde que los conoció. Y ellos desde
el primer instante le habían demostrado una confianza ciega en él. Lo que no
sabía era si en realidad la confianza era en él o en el Libro.
Llegaron a lo a alto de una loma.
A lo lejos vio la primera aglomeración de casas desde que comenzó aquel dichoso
viaje. Mandó parar para tomar un descanso. No tenía muy claro qué población
podía ser aquella. Ni siquiera si estaría habitada o no. Si hacía caso a lo que
había leído en el Libro, ellos eran los únicos supervivientes. O eso creyó
entender. De todos modos, con todo aquel galimatías (palabra esta que nunca
creyó que iba a usar, ni siquiera en sus pensamientos) de los distintos futuros…
No podía estar seguro de que lo que leyó hacía unos días siguiera siendo válido
hoy.
Trató de calcular la distancia y
el tiempo que tardarían en llegar. Llegó a la conclusión de que podían estar
allí antes de que anocheciera.
— Vamos,
si nos damos prisa creo que podemos llegar a aquel pueblo antes de que caiga el
sol.
Reemprendieron la marcha. Él se
sentía bien consigo mismo. Sobre todo porque veía de nuevo el entusiasmo en los
ojos de sus seguidores. Sonrió…
… Mientras tanto el Libro…
Digamos que habría gritado, aullado, dado saltos… Habría hecho todo lo posible
por hacerse notar. Cosa que le era imposible, tanto por su condición de libro,
como por estar metido en el fondo de una mochila…
Continúa aquí....
Pobre libro... aunque no sé, podría darle un resumen de todas las situaciones, en plan, pues si haces esto pasará esto y si haces esto otro aquello, a ver si entonces el pobre mesías por fin decide bien y no se asusta tanto jajaja
ResponderEliminarMe va gustando mucho, pero me tiene alarmada eso de no leer al libro. No es bueno enfadarte con aquello que puede salvarte la vida jajaja
En fin, un beso Ramón, espero con paciencia el relato del domingo que viene.
No tengo yo tan claro lo del resumen... Como dice el Libro, un tropezón, comer carne o pescado o descansar un minuto más o menos ya varía los posibles futuros... El resumen sería inmenso, jejeje
EliminarMe alegro que te vaya gustado : )
Supongo que el enfado no le durará mucho, jeje
Un beso Gema!
Pues vaya con el libro!pero me parece bien que no consulte el libro,aunque dudo que no tarde en hacerlo,no tanto por el, si no por los chicos..
ResponderEliminar¿que o quién habrá donde las casas?
Feliz semana!
El Libro también tiene su papelón, porque puede ayudar, pero no tanto como le gustaría.
EliminarY yo creo que el prota, haga lo que haga estará bien y mal al mismo tiempo. Pero sí, estoy contigo, no creo que tarde en echarle otra ojeada al manuscrito. Esperemos que no sea tarde... jeje
Un saludo!
Bueno, no sé si cada vez lo tiene más claro o está más liado!. Lo cierto es que me encanta su capacidad de decisión: y que pueda meter el libro en la mochila y "callarle la boca" (aunque sea ¿¿"a sí mismo"??)
ResponderEliminarA mí, ya lo sabes, me encanta que te saltes la norma de las 150 palabras. Así me sabe más rico y de la otra manera, "no me da pa´ná" (que decía mi abuela).
Gracias como siempre por compartir tus textos. Besos.
Es difícil de saber, sin duda. Cuando parece que toma una decisión correcta se lía otra vez...
EliminarLe ha tapado la boca, pero mucho me temo que tendra que volver a abrirlo...
Me alegro que te siga entreteniendo.
Gracias a ti por tu fidelidad!!! : )
Muy buen relato, el Libro en el fondo de la mochila, incapaz de tener las facultades humanas para deslindarse de su condición :)
ResponderEliminarMuchas gracias, Alejandra. Me temo que no permanecerá mucho tiempo en el fondo de la mochila, jeje
EliminarUn saludo y gracias de nuevo por la visita!
Me encanta que los objetos se personifiquen, pero da un poco de miedo. De todas maneras, estoy muy de acuerdo en que las cosas tenemos que ser nosotros mismos quienes las elijamos, sin que nadie nos influya.
ResponderEliminar¿Miedo? Curioso... en esta ocasión no lo pretendía... jeje
EliminarNo creo que el Libro quiera influir, en todo caso ayudar... Aunque parece que no lo está consiguiendo, de momento...
Un beso!
Curioso libro y curiosa forma de describir el destino. Cualquier cosa que hagamos en el presente, puede hacer que todo cambie en nuestro futuro.
ResponderEliminarInteresante relato!!!
El LIbro tiene su aquel, ciertamente, jeje
EliminarY yo creo (como podía creer cualquier otra cosa, también te lo digo) que es así, que cualquier decisión que tomamos puede variar hacia un futuro o hacia otro...
Saludos!
Y este chavalón de ahora, independiente y decidido era el tontaina borrachuzo del principio? Madre mía, qué cambio!!! Esto de hablar como un loco con un libro le ha despejado mucho su neurona, jajajaja...
ResponderEliminarGracias, amigo, por compartir estos ratos tan agradables.
Un saludo.
Bueno, amigo mío, ya sabes lo que dicen: "A la fuerza ahorcan"... Supongo que ni antes era tan pardillo, ni ahora tan espabilado. Siempre ha estado en un punto intermedio, y el hecho de tener ahora a gente a su cargo le hace despuntar esas habilidades. Es un viaje en el que él mismo se va conociendo, al tiempo que lo hacemos los demás.
EliminarGracias a ti (por enésima vez), por pasarte por aquí y por todo en general, jeje
Saludos!
A ver cuánto tiempo dura el libro dentro de la mochila... Apostaría a que no mucho... No va a poder resistirse. Por otro lado... Qué diría el libro de esa población a la que se acercan... Me ha dado la impresión de que no estaría nada conforme...
ResponderEliminarGracias por entretenernos con tus NO 150 palabras ;)
Un saludo
Sí, Ángela, mucho me temo yo también que el libro no va a estar mucho rato en la mochila. Y no, no parece que le haga mucha gracia la población al libro... Veremos si lo consulta antes de llegar o si cuando lo hace es demasiado tarde...
EliminarGracias a ti por la visita y por comentar.
Saludos!
Yo que creía que ya era el final.que intriga!! Pero me ha gustado mucho la filosofía y me ha hecho pensar
ResponderEliminarYo tampoco creía que iba a durar tanto, Anya, pero ahora le veo posibilidades para que continue un tiempo...
EliminarSaludos y gracias!