"Imagínese a un hombre sentado en el sofá favorito de su casa. Debajo tiene una bomba a punto de estallar. El lo ignora, pero el público lo sabe. Esto es el suspense".
Alfred Hitchcock
Desde que podía recordar había querido hacerse con un nombre
dentro de la industria. Con uno de los principales. Siempre había deseado que
la gente se deslumbrara al verle. Que no pudieran quitar la vista de él. Que se
maravillaran con su belleza, con su arte intrínseco a su ser, a su esencia.
Todo parecía indicar que, por fin, lo había conseguido.
Podía decir, desde su experiencia, que los sueños se cumplen. Que si uno, por
insignificante que sea en apariencia, se lo propone, es capaz de conseguir
cualquier meta.
—¡Atentos! ¡Luces!
Esas simples palabras le sonaron a gloria. A La Gloria. Era
su estreno, pero lo era por todo lo grande. En el lugar soñado por todos los
que, como él, alguna vez había aspirado a ser un luminoso. Y ahí estaba, en
pleno Times Square, anunciando la inminente gira de Bruce Springsteen. The
Boss. No podía pedir más.
150 palabras es una entrega dominical, creada por Marta, (DiarioDeAlgoEspecial) de una microhistoria o microrrelato, con la que podemos dar rienda suelta a nuestra creatividad, y enfocada a los niños. Te daré tres palabras de inicio, y habrá que crear un cuento. ¡de 150 palabras!
Después no te olvides de enlazar con el link aquí debajo y dejar un comentario en cada uno de los blogs que decidas visitar.
Para conocer como nació esta idea de 150 palabras y las reglas, puedes hacer click aquí.
Para todos los que estéis interesados en jugar en el mes de marzo,
podéis encontrar la frase que obtuvo más votos y, por consiguiente, con la que participaremos en la próxima entrega, al final del texto,
así
como la fecha y unas cuantas frases para que votéis por la que más os
guste para abril.
Os recuerdo que podéis dejar propuestas de frases en los
comentarios. También voy a copiar el código de InLinkz al final de mi entrada por
si a alguien le da algún problema.
En esta ocasión he vuelto a unir los dos juegos en los que suelo participar, en un solo texto. Las palabras del 150 son:cristal, voz y saboreo.
La frase con la que jugamos
en el Te Robo esta vez es la siguiente:
Cuando llegamos a la planta baja me dije que era el momento
de intentar escaparme. En el sótano sería demasiado tarde. —Cornell Woolrich
—Del relato: A través del ojo de un muerto.
Llevaba unas ocho horas, aunque el tiempo parecía volar, en
aquella vorágine de tiros y de intentar evitarlos con todos mis sentidos. A mi
me parecía estar costándome más de lo habitual acertar los blancos, lo cual me
estaba sacando de mis casillas. De seguir así, no cabía duda, de que podía
morir o que me tomaran como rehén. Ocurrió lo segundo.
Eran un grupo de unos cinco o seis componentes. Todos ellos
eran muy jóvenes, al menos más que yo. Estábamos en el quinto piso en el
momento en que me rodearon y me tomaron preso. Mientras íbamos bajando por las
escaleras ellos se jactaban de mi derrota, parecían muy seguros de ellos
mismos. El ser parte de un grupo siempre ayuda a la confianza. Y el estar
armado también, sin duda.
Por el camino alguno se animaba aún más y me soltaba
algún golpe que yo encajaba de la mejor manera posible, intentando mantener la
dignidad, si es que no la había perdido ya al ser apresado por semejantes
personajes. Yo, un tipo que había servido en el ejercito del Senado, que había
trabajado para la policía de Tecnópolis y de Nueva Chop’D, los dos mejores
cuerpos de todo el Sistema Psi Deral, apresado por una pandilla de post
adolescentes…
Cuando llegamos a la planta baja me dije que era el
momento de intentar escaparme. En el sótano sería demasiado tarde.Simulé un
tropezón lo bastante bien como para que los dos que iban tras de mi chocaran
entre ellos y cayeran al suelo. Con un revés a dos manos, digno de entrar en
los libros de deportes, noqueé al que iba a mi derecha. Estas dos maniobras
parecieron desconcertar al grupo, así que aproveché para correr como no había
corrido nunca.
—¿Ray? ¡Raymond! ¡Contesta! —Mierda, creo que le
hemos perdido a él también.
La voz sonaba
lejana, como a través de un cristal.
De hecho, probablemente fuera así.
—¿Está muerto? —Esta no era el tipo de pregunta
que a uno le gustaría escuchar sobre su persona.
—No, aún tiene pulso, pero no reacciona a ningún
estímulo. Parece que le ha pasado lo mismo a que los muchachos.
No eran buenas noticias, aunque no estuviera muerto. Si me
había pasado lo que a los muchachos
quería decir que estaba en coma. Y lo peor es que no había podido descubrir lo
que les había llevado a aquella situación.
Unos días antes me habían contratado los padres de unos
chicos que habían entrado en coma en extrañas circunstancias. Habían acudido a mí
por ese motivo, porque las extrañas
circunstancias eran mi especialidad. Todos los chicos habían sido
encontrados en su cuarto, frente al monitor de la consola y con la misma
pantalla del mismo juego en ella. Era un juego de esos en el que los tiros son
la nota predominante, y en el que los jóvenes se suelen creer héroes de película.
Acepté el caso, sin dudarlo. No estaba la economía como para
hacer ascos. Pero además me podía llevar a mi juventud, cuando yo solía jugar a
juegos similares y, porque no decirlo, se me daban bastante bien.
Así que me dispuse a averiguar si había algún tipo de posesión
demoníaca involucrada, si era cosa de algún espíritu vengativo, o si era algún
tipo de error informático el que llevaba a los que jugaban a caer en las fauces
del coma.
En eso había pasado las últimas horas, pegando tiros,
esquivando balas y cayendo prisionero de un grupo de monigotes hechos de
píxeles, hasta que escuché esas voces poco alentadoras. Sin embargo yo seguía
siendo perseguido por la banda de jovenzuelos, notando los golpes recibidos,
incluso sin mucho esfuerzo saboreo
ese característico gustillo a hierro de la sangre en mi boca. No es que
quisiera dudar de las voces, al contrario, quizá esto era lo que les había
pasado a los otros que estaban en coma. Quizá, de algún modo, el juego los había
abducido. Yo seguía esperando a que
fuera un demonio o un espíritu. Con ellos podía lidiar y, con suerte, poder
sacar a todos de aquella situación, incluido a mí mismo.
Salí del edificio y tras correr un par de manzanas me paré
para recuperar el resuello. No parecía que nadie me persiguiera, pero aun así no
bajé la guardia, no tenía muy claro si mis balas eran eficaces en aquel plano existencial, por así decir. Debía
de trazar un plan para descubrir quién o qué se eran los causantes de aquel
embrollo.
Estaba claro que tenía que encontrar a los muchachos que se
encontraban en la misma situación que yo. Lo malo era que no sabía por dónde
empezar. No conocía casi nada de la ciudad del juego. En las horas y niveles
que había pasado allí no habría recorrido mucho más de tres o cuatro manzanas.
Desconocía
si aquello era todo o si era una ciudad de tamaño real. Tampoco sabía si podía
pedir ayuda a nadie. ¿Cómo se pide ayuda en una situación así? Continué
caminando en lo que yo pensé que sería dirección norte, al tiempo que me
cercioraba de que nadie me seguía. Unos doscientos metros más adelante me topé
con un muchacho que parecía querer recuperar el resuello, como yo hacía unos
minutos.
—Hola, ¿te puedo ayudar? —Pregunté
—Hola… ¿quién eres? —Dijo él, con voz fatigada.
—Me llamo Raymond, y soy… —Dudé un instante en
decir la verdad o no. Decidí decir una verdad a medias— un friki de los
videojuegos.
—Yo me llamo Bruce. Bruce Atkinson. —Me sonrió.
Le miré extrañado. Ese nombre me sonaba mucho. Era uno de
los chicos desaparecidos. Le seguí mirando unos instantes sin mediar palabra.
La cara me comenzaba a parecer familiar. Puede que no lo reconociera por estar
metidos en el juego, quizá la resolución de los gráficos no era tan buena como
las fotos que me enseñaron de él.
—¿Bruce Atkinson? ¿Tus padres se llaman Andrea y
Jason? —Ahora el que me miraba extrañado era él.
—¿Los… Los conoce?
—Ajá…
—Pero… Pero… ¿Cómo es posible?
—Mucho me temo que yo he caído dentro del juego,
como tú.
—Entonces… ¿Está aquí para salvarnos?
—¿Sabes dónde están los demás?
Asintió con la cabeza. Le pedí que me llevara hasta el lugar
donde estaba el resto de los chicos. Por el camino le pregunté si en algún
momento había notado un fuerte olor a azufre o alguna variación de temperatura
sin sentido. Él no sabía que contestar. Quizá los nervios de la situación no le
habían dejado prestar atención a esos detalles, o a lo mejor pensaba que estaba
chalado. Pronto íbamos a salir de dudas los dos.
Conforme caminábamos una extraña sensación comenzó a
recorrerme el cuerpo. No me gustaba. Siempre que notaba esa sensación algo malo
pasaba después. Y me gustaba menos poder notar esa sensación en aquel lugar.
Sin duda yo no apostaría a mi favor.
Nos acercábamos con paso firme al edificio del que, a duras
penas, había podido escapar antes. Una lucecita parecía querer abrirse camino
en mi cerebro. No era una bombilla. Ni siquiera era una vela. Era una tímida
luz, temblorosa, pero con la determinación de hacer llegar su mensaje. La
lucecita se fue convirtiendo en una idea. Trataba de abrirse camino, pero
seguía siendo débil y las demás ideas allí presentes no se lo ponían fácil. Por
fin llegó al mostrador de ideas y se pudo hacer escuchar.
Bruce Atkinson… No
era uno más de los chicos… Él había sido el primero en caer en las garras del
juego. En transferir su conciencia, por así decir, a aquel universo de unos y
ceros… Lo miré de reojo, no quería que sospechara que yo sospechaba de él.
Otro escalofrío me recorrió de arriba abajo. Cada vez estábamos
más cerca del edificio. Podía escuchar al grupo que me había apresado.Si yo los oía Bruce también los debía
escuchar. Sin embargo seguía caminando con paso firme hacia ellos.
—¿Queda mucho? —Pregunté
—No. Ya estamos llegando. Es en el siguiente
edificio. —Contestó sin mirarme.
Debían quedar unos cincuenta metros. Tenía que pensar
rápido. Buscar una estrategia. Cada paso tenía más claro que no había nada sobrenatural
en todo aquello. Me paré en seco.
—¿Qué ocurre? —Dijo Bruce con una expresión de
nada en su rostro.
—Necesito parar un momento. —Contesté yo.
—Si ya estamos llegando…
—No importa. Dame un segundo…
Nos miramos fijamente. Yo también sabía poner cara de nada.
Aguantamos así un buen rato. Fue él quien hizo el primer cambio. Fui yo quien
sacó la primera pistola.
—¿Qué me ha delatado? —En su cara ahora había
cierta frustración.
—Tu sinceridad…
—Debí decirte el nombre de uno de los otros
chicos.
—Eso parece…
—¿Y cuál es tu plan? ¿Matarme?
Asentí.
—Quizá si te mato a ti, que parece ser que eres
el que nos tiene aquí retenidos, los demás quedemos libres.
—No te va a funcionar. Llevo aquí metido el
tiempo suficiente como para haber desarrollado ciertas facultades.
—Muy interesante. ¿Una de ellas es correr más que
una bala?
—No…
—Vaya, qué pena… —Dije, sin un ápice de verdad en
esas tres palabras.
Amartillé mi pistola con mi mano izquierda. Y antes de que
pudiera apretar el gatillo Bruce hizo un gesto con su mano que mandó mi arma a
la otra acera. Hubo un disparo, una cara de sorpresa y un cuerpo sangrando. Yo
tenía mi otra pistola en mi mano derecha, él tenía la sorpresa en su rostro y
un agujero en el pecho.
No me dio tiempo a poder escucharle, si es que tenía algo
que decir. Su cara se fue difuminando al tiempo que mis ojos se iban abriendo y
que yo iba maldiciendo la luz fluorescente del hospital.
—¡Señor Hammett! —Dijo una voz en algún lugar— ¿Me
escucha?
—Lo hago… Lo hago… —Dije a duras penas— Pero haga
el favor de no gritar.
—Claro, perdone… Soy la enfermera Jackson.
—Sonrió y la luz de su sonrisa era mucho más agradable que la del techo.
—¿Llevo mucho aquí?
—Apenas dos días.
Dos días… Y a mí me habían parecido unas pocas horas…
—¿Sabe algo de los chicos que estaban en coma por
el videojuego? ¿Están en este hospital?
—Sí, están aquí. Y todos han despertado, menos el
pobre Bruce Atkinson. Aún no sabemos muy bien que es lo que ha pasado.
Esta vez sonreí yo. Aunque era una sonrisa vacía. Como la de
un payaso que está dando su última función y sólo le queda fuerza para quitarse
aquella estúpida mueca dibujada en su cara una última vez. No estaba orgullos
de cómo había acabado el caso. No me gustaba tener que matar a… Bueno… A gente
viva…
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La próxima entrega será desde las 0:00 del lunes 16 de marzo hasta las 23:59 del viernes 20. La frase propuesta es la
siguiente:
No espero ni pido que alguien crea en el extraño aunque simple relato que me
dispongo a escribir. Loco estaría si lo esperara, cuando mis sentidos rechazan
su propia evidencia. Pero no estoy loco y sé muy bien que esto no es un sueño.
- De Edgar Allan Poe, El Gato Negro.
Las frases que os propongo (en realidad las propuso el bueno de Ricardo) para elegir son las siguientes:
1.- "Cuando vieron la
expresión, primero confundida, luego aliviada, de mi cara, se echaron a reír.
" de MOLOBO, de Vidal FS.
2.- "Logré ver el brillo de mis ojos al maquillarme frente al espejo,
ahora entendía cuando decían que una mujer después de hacer el amor lucía
radiante." de UN NUEVO AMANECER, de Karina Delprato.
3.- "Fue entonces cuando la culebra, apareciendo de improviso desde quién
sabe dónde, le inyectó su veneno en la muñeca dejándole dos claros orificios
amoratados.", de Entremundos, de Lg Morgan.
4.- "Muertes y desapariciones inexplicables convertían el sitio en un
lugar poco apetecible. Decian las malas lenguas que en días lluviosos aquella
tierra oscura no llegaba a mojarse, y que los pájaros no sobrevolaban su cielo,
dando un rodeo para evitar pasar cerca." de EXTENUACIÓN, de Irene
Comendador.
5.- "Entró tambaleante. No estaba seguro de si realmente había bebido
tanto como para hallarse tan mareado. Richard se agarró al pasamanos de la
escalera y miró hacia arriba. Definitivamente no llegaría allí de no ser a
gatas." de EQUILIBRIO, de Karol Scandiu.
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Cada mes propondremos una frase, bien de un libro, bien original. Todos aquellos que quieran participar pueden hacerlo, la única regla es que la frase tiene que estar incluída en el texto. La longitud y la temática serán libres.Los textos los publicaremos todos el mismo día, el tercer lunes de cada mes. Ese mismo día se propondrá la frase para el siguiente juego.Sed libres de proponer frases para futuras ediciones en los comentarios de Jukeblog, añadiendo si la frase es original o robada. De ser así, por favor, incluid el autor y la obra de la que se ha sacado.
150 palabras es una entrega dominical, creada por Marta, (DiarioDeAlgoEspecial) de una microhistoria o microrrelato, con la que podemos dar rienda suelta a nuestra creatividad, y enfocada a los niños. Te daré tres palabras de inicio, y habrá que crear un cuento. ¡de 150 palabras!
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