Un domingo sangriento. Algo dentro de mí, me dice que
hoy será un domingo sangriento. Bueno..., puede que ayude el hecho de que están
en guerra las dos Familias más importantes de la ciudad..., y por qué no
decirlo, del país. Una guerra cruel, como todas las guerras, en la que muchos
morirán y otros muchos sobrevivirán, como en todas las guerras... Y lo más
importante, yo quiero estar en el grupo de los que viven.
Joder, que tengo mujer y dos hijos, preciosos por
cierto, Jamie y James... Vale, los nombres no son muy originales, lo reconozco,
pero ellos son preciosos. La pequeña Jamie ya está dando sus primeros pasitos,
y James ya empieza a leer..., con quince años, es más listo... Le ha salido al
padre, dicen todos, lo cual me llena de... ¿orgullo? Sí, esa es la palabra,
orgullo, que la oí el otro día en una película, en una situación similar...
Bueno, en el caso de la película el niño, con quince años, había sacado dos
carreras... Pero la palabra era orgullo, sí, y eso siento yo por mi hijo.
Faltaría más.
Así que debo mantenerme con vida por ellos y, sobre
todo, por mí, que le he tomado ya gusto a esto de vivir. Pero también tengo un
deber que cumplir con la Familia. Ellos me han dado todo lo que tengo y me han
hecho todo lo que soy, se lo debo. Pero aunque no se lo debiera lo haría
igual... Por aquello de que me gusta estar vivo, más que nada. Y que conste que
no es cobardía, es supervivencia, pura y dura.
Por eso estoy aquí, esperando a Tommy, que por cierto
se está retrasando más de lo habitual en él. Tommy es el tipo más puntual que
conozco. Es como la Muerte, nunca llega tarde ni pronto, llega en el momento
justo... Claro, que él es la Muerte para muchas personas... Quizá por eso sea
tan puntual, no lo sé, ni seré yo el que se lo pregunte. No señor. Le respeto
mucho, porque se lo ha ganado. Un tipo que es capaz de conseguir que la policía
dictaminara que el viejo Ricky Montana se había suicidado atropellándose él
mismo con su propio coche, a mi me parece merecedor del mayor de los respetos.
Aunque llegue tarde, como hoy.
No es que me moleste esperarle, ni se lo voy a
reprochar tampoco. Nadie le reprocha nada a Tommy, ni siquiera sus víctimas,
aunque ellas no suelen estar para muchos reproches cuando le conocen. Pero
podría tener compasión de mí, o al menos lo más parecido que conozca a ése
término el bueno de Tommy, que soy su amigo... Espero... Y llevo ya veinte
minutos esperándole, en el día mas lluvioso del año, todo hay que decirlo.
¡Joder, que si consigo no palmar por una bala encontrada, lo haré de una
pulmonía!
Le tiene que haber pasado algo, esto no es normal...
Ah, no, mira, ahí viene el Cadillac Negro de Tommy. Pone el intermitente.
Reduce. Se acerca a la calzada, baja la ventanilla. Ahí esta Tommy, en el
asiento del copiloto... Con un... ¿Agujero en la cabeza? Eso no debe ser muy
bueno para la salud. Mierda. Joder, detrás está Micky Torres. Coño, la cosa
pinta mal. Muy mal. ¡Piensa algo rápido!
Bien, de cojones. Micky lo ha pensado más rápido. Y su
bala ni te cuento. Pero no te pongas nervioso... Más nervioso, quiero decir. No
pasa nada, sólo te ha dado en el hombro. Joder, quema como el Infierno...
Supongo, claro, nunca he estado allí... Aún... Pero esto quema mucho, joder.
Dispara. ¡Dispara! Eso. Así. Muy bien. Has vaciado el cargador y no has matado
a nadie. Eres un crack...
Bueno, al menos he conseguido que se fueran. Y sigo
vivo, con el hombro ardiendo, pero vivo.
Ahora pírate, pero ya. Ya estás tardando.
La cosa está mal. Muy mal. Un domingo sangriento, ya
lo dije. ¿Lo dije o no lo dije?
Lo dijiste, lo dijiste, pero vete ya. Antes de que lo del hombro vaya a
peor.
¿Estoy hablando solo? Me da que sí. Bueno, hablando...
Sólo en mi mente, pero ¿estoy manteniendo una conversación?
Joder, te han disparado. Desde el coche de Tommy, o de quién lo vaya a
heredar. Normal que hables solo, ¿no?
Si tu lo dices...
Sí, lo digo yo. Y ahora ve a que te miren eso, que empieza a doler más de
lo que me gustaría.
Vale. Veamos. Cerca de aquí hay un hospital. Supongo
que allí podrán hacer algo.
¿Vas a ir andando?
No, si quieres conduzco con el hombro así, no te
jode...
Sí, sí me jode, y mucho, así que ya puedes aligerar el paso.
La gente me mira como a un bicho raro. ¿Nunca han
visto a un hombre herido o qué? No, supongo que no lo verán muy a menudo. Aún
viviendo en una ciudad como esta, con dos Clanes como los que habitan en ella.
Diría conviven, pero ya se encargan ellos de convivir lo menos posible. Bueno,
me da igual, que no me miren, que me dejen en paz, que me da mucha vergüenza.
No me gusta sentirme observado.
Me gusta observar, pero no ser observado. ¿Tiene
lógica eso? Cualquiera sabe. Yo no, desde luego. Pero es lo que hay. Me gusta
observar. Y si es a señoritas como las del escaparate de ahí... ¡Madre de
Dios!...
Eso, tu blasfema ahora. En tu situación, lo mejor que puedes hacer es
blasfemar. Anda que...
Pero... Pero... ¿Tu las has visto bien?
No. No las había visto bien... Mierda, ¡son las gemelas Materazzi! Estás
jodido. Corre. ¡Corre!
Corro...
Hay ciertas cosas que uno debería saber sin necesidad
de probarlo en sus propias carnes. Una de esas cosas, que yo hoy ya he probado
siete veces en mis propias carnes, es: Las personas, por rápidas que sean, no
corren más que las balas.
Si la sensación que me provocaba el primer disparo, el
de Micky, era que quemaba como el Infierno, estos seis me hacen sentir como si
ya me estuviera limpiando los pies en el felpudo a las puertas del Averno,
atusándome un poco los cabellos y ajustándome la chaqueta para causar la mejor
impresión posible al bueno de Satán.
No recuerdo haber caído al suelo, ni tan siquiera he
notado dolor alguno por la que, a buen seguro, ha sido una costalada
considerable. Seguramente sea porque tengo otras cosas más urgentes por las que
preocuparme, siete en concreto, que hacen que un cabezazo contra el bordillo y
sus posteriores efectos pasen al último lugar en mi lista de “cosas pendientes de consideración”.
Tampoco creo estar muerto, porque oigo voces, claro
que nunca he estado muerto, no puedo saber si esto es habitual o no. El caso es
que oigo bastante revuelo a mi alrededor y a alguien gritando:
—
¡Rápido, que
alguien llame a una ambulancia! - a un oyente indeterminado, y: Tranquilo, te
pondrás bien. - Con toda la seguridad y fe en el mensaje con la que se le
pueden decir esas cuatro palabras a alguien que ha pasado de tener siete
orificios a catorce, contra todo pronóstico y, lo que es más importante, contra
su propia voluntad. Frase que, quiero creer, va dirigida a mí.
Yo creía que esas cosas sólo las decían en las
películas, porque ¿con qué cara le dices eso a alguien que empieza a tener más
sangre fuera que dentro del cuerpo? Supongo que lo más serio posible,
aguantándote las ganas de reirte tanto como puedas. No sé. Y voy a seguir sin
saberlo, porque no consigo enfocar lo suficiente como para verle la cara a la
persona que está socorriendome. Ni siquiera soy capaz de darle las gracias, no
tengo resuello suficiente. Bueno, ya se
las daré si tiene razón y salgo de esta. Aunque bien pensado, no se cómo
le voy a dar las gracias si no consigo distinguir su rostro... Ya pensaré en
algo, ahora debo concentrarme en mis problemas mas inmediatos, los que me han
causado las gemelas Materazzi.
Las gemelas... La cosa va más en serio de lo que
imaginaba si las han hecho venir a ellas. Pero, ¿por qué a mi? No soy tan
importante como para que vengan ellas a por mi... Si han venido ellas a por mí,
¿a quién más habrán traído? Empiezo a estar muy asustado, mucho, quizá sería
mejor no salir con vida, con pasar por esto una vez creo que tengo bastante.
Claro que, siempre podría huir de aquí. Coger a mi
familia y marcharnos lo más lejos posible...
Lo más lejos posible... No se me ocurre ningún sitio
lo suficientemente lejano como para que no me encuentren. Por desgracia llevo
el tiempo suficiente en esto como para saber que no hay un sitio tan bueno como
para que no te encuentren. Pueden tardar más o menos, dependiendo de lo
ocupados que estén o de lo que les intereses, pero acaban encontrandote. No
sería la primera vez. Yo mismo lo he hecho con gente que llevaba diez años
creyendo habernos dado esquinazo. Es cuestión de tiempo, justo lo que yo ahora
estoy desparramando en el suelo.
¡Eh! ¿Qué es esto? ¿Una fiesta de cumpleaños? Está mi
madre, mi hermana... ¿Yo? ¡Es una de mis fiestas de cumpleaños! ¿Qué está pasando?
No será verdad que te pasa tu vida por delante cuando estás a punto de
palmar... ¿no? Un momento, un momento, está cambiando la escena. Anda, si
también sale mi perrito, Fox, un Alsaciano, que bonito era. Pero de eso hace
mucho, yo tendría unos ocho años...
No puede ser verdad, esto no está pasando, yo no
quiero ver la película de mi vida, yo no quiero morir y ver la luz al final del
túnel, ¡no quiero ni ver la luz a la entrada del túnel! ¿Dónde está la jodida
ambulancia? ¿No se puede dar más prisa?
No te alteres, ¡no te alteres! Bien, genial, ¿ves lo que has conseguido? O
mejor dicho, ¿ves lo que no has conseguido? Ni toser con normalidad puedes, y
tu vas y te pones de los nervios...
Yo que se, me he agobiado, no es culpa mía. Y sí he
tosido, o al menos lo he intentado con todas mi fuerzas... Pero me he
atragantado con algo, como cuando estás bebiendo, pues igual.
De puta madre, ¿sabes qué es eso? Tu sangre, imbécil, tu sangre. No, está
muy bien, se te están encharcando los pulmones y tu malgastando tus fuerzas en
memeces... Muy inteligente por tu parte, si señor.
Tío, déjame vivir... Al menos lo poco que me quede,
déjame en paz.
No, si yo te dejo, eres tu el que no para de imaginar cosas y atacarse de
los nervios. Yo estoy la mar de tranquilo.
Si, como si te hubieras muerto doce veces ya, no te
jode... Bueno, ¿por dónde iba? Mierda, ya he perdido el hilo. Y justo en lo más
interesante. Acaba de salir Fox y ahora ya salgo yo con unos dieciséis años,
mmmm... Hay algo que no cuadra, ¿tan rápido ha pasado la película esta? ¿Ves?
Si no me hubieras interrumpido... Ahora me he perdido ocho años de mi vida,
cago en...
Pero cómo puedes ser tan tonto...
Sí, insultame, pero por tu culpa me lo he perdido, te
odio...
Madre mía... ¿Me odias? ¿Sabes con quién estás hablando? ¿Te has parado a
pensarlo?
Pues... ya sabes, contigo... es decir... Ah...
Muy bien, muy bien, ves como cuando te pones...
Da igual, me has jodido mi película.
Pero vamos a ver. Que yo no he sido, tontaina, que esa parte no la
recuerdas ni medio muerto, ni vivo. Que cuando murió Fox tuviste un... no se
qué traumático, dijo el loquero, y por eso no recuerdas esa parte de tu vida...
Nuestra vida.
Ah, es verdad, cierto, no lo recordaba.
Sí, eso ya lo he dicho yo.
¡Cállate!
Eh, no la pagues conmigo ahora, que yo no tengo culpa de nada de esto.
Eso habría que verlo. ¿Quién me metió en la Familia?
¿Eh?
Di Marco, ¿tampoco recuerdas eso?
Si, bueno... no me refería a eso, y lo sabes. Me
refiero a que en la familia, en la nuestra, ya sabes, papá, mamá..., ya sabes...
Nunca hemos tenido a nadie en el oficio. Era una familia respetable, de clase
media baja, pero respetable. Papá con sus maderas, clavos y todas esas cosas de
los carpinteros. Mamá ocupándose de nosotros, de la casa y trabajando como un
esclava para que no nos faltara de nada. ¿Y los abuelos? Ellos tampoco...
Ya sé, ya sé. Soy tu, ¿recuerdas? No hace falta que me repases el árbol
genealógico.
Ya, pero a dónde yo quiero llegar...
También sé a dónde quieres llegar. Está bien, lo admito, entramos en la
Familia por mi culpa, pero no te he oí lamentarte cuando comprabas el
deportivo, o cuando nos mudamos a ese barrio con tanto glamour.
¡Porque entonces no estaba a punto de palmar!
Ah, y ahora quieres redimirte de tus pecados, es eso, ¿no? A lo mejor deberías
decir que llamaran a un sacerdote en lugar de a una ambulancia. Que, por
cierto, ¿no está tardando demasiado?
¡No me cambies de tema! Ya sabes lo que me jode eso...
Ahora que lo dices, sí que tarda, sí... Pero no me cambies de tema. Con lo
feliz que podía ser ahora. Montando estanterías, arreglando puertas, mesas...
Sin un deportivo, sin casa en las afueras...
Sin siete agujeros sangrantes en el cuerpo...
Con más deudas de las que podrías pagar viviendo tres vidas...
Pero al menos estaría vivo.
Aún lo estás.
Si, bueno, ya sabes lo que quiero decir. Mi máxima
preocupación sería no martillearme un dedo, en lugar de estar pendiente de si
tras una esquina hay algún cabrón con una automática y ganas de renovar el
cargador. ¿Hace frío o sólo tengo yo?
Bueno, debe hacerlo y debes tenerlo. Sigue lloviendo, estás empapado,
perdiendo sangre. Es normal que tengas frío...
Oye, se te ve muy sereno a ti.
Alguien tiene que estarlo. Mira, ya se oye la sirena de la ambulancia.
Ya era hora...
—
Abran paso, abran
paso. - Debe ser el de la ambulancia éste.- Joder, otro más, ¿cuántos llevamos
ya?
—
Con éste veinte.
—
Veinte, ¿eh? Un
domingo sangriento...
Sí, eso ya lo dije yo. ¿Lo dije o no lo...
—
Se nos va, ¡se nos
va! ¡Rápido! Aguanta. Aguanta un poco más. ¡Se nos va!
... dije...?
Un interesante y divertido relato de novela negra de gangsters con humor absurdo de por medio. Divertido, Ramón, muy divertido. Un abrazo.
ResponderEliminarme gusta ;)
ResponderEliminarEstupendo relato, y el caso es que para ser tan sangriento, que lo es, no tengo sensación de tragedia. Me ha encantado! :)
ResponderEliminarSaludos.
¡Me ha encantado! Una forma muy peculiar de explicar una historia como esta. Y no digamos la charla consigo mismo. Enhorabuena :)
ResponderEliminar¡Saludos!
Atrapante relato desde principio a fin. Me ha gustado mucho
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