sábado, 30 de agosto de 2014

Cómo Agujerear Un Tabique



Como los fines de semana existe la posibilidad de disponer de más tiempo para el bricolaje, afrontamos un tema capital: ¿Cómo agujerear correctamente una pared para después colgar un cuadro, estantería, espejo...? Algo que parece tan sencillo puede causar múltiples problemas que, en algún caso, son motivo suficiente para una demanda de divorcio.

Para esta tarea sólo hay dos elementos absolutamente imprescindibles: el elemento a colgar y una pared. Los demás son sustituibles, pero si falta uno de estos dos la tarea a realizar sería casi imposible.

Así pues, daremos por sentado que tenemos los dos elementos en cuestión, para comenzar a cometer el desaguisado. Es muy probable, casi seguro, que habrá un factor tan prescindible como inevitable, tendremos público. Con el agravante añadido de ser “fans” del equipo adversario, es como si jugáramos en campo contrario, vamos a experimentar la misma sensación que Cristiano Ronaldo en sus visitas al Nou Camp y encima gratis, como iremos viendo.

Lo primero que debemos hacer, en cuanto aparezcamos por el lugar de los hechos, es pararnos a observar la pared. “Coño, esto es fácil”, pensará alguno, pues no, no lo es. Hay que hacerlo de la manera adecuada. Debemos situarnos a una distancia desde la cual tengamos una buena perspectiva del “todo” (la pared). Lo adecuado es a metro y medio o dos metros de nuestro objetivo. Ahora comenzamos a diseccionar con la vista (IMPORTANTE: en todo este proceso debemos mantener la postura “brazos en jarras”, se permite variación si es para rascarse la barbilla y/o la entrepierna). Debemos observarla durante un buen rato, como si en lugar de colgar un cuadro fuéramos a pintar Las Meninas allí mismo. Nuestro objetivo con esta actuación es aparentar que sabemos lo que vamos a hacer, no engañaremos a nadie, pero esto no debe variar nuestra conducta.

Durante estos momentos de tanteo el público también estará a la expectativa, en un cómodo segundo plano, a la suficiente distancia como para sentir su mirada en el cogote. La decisión de entrar en acción debe tomarse justo en el momento en que notamos que los espectadores comienzan a impacientarse, ni antes ni después.

Comenzamos la tarea propiamente dicha marcando el lugar de ataque. Para esto se nos abre un abanico de opciones:

Máximo riesgo: consiste en realizar la marca utilizando un clavo y un martillo para ello. No es recomendable, los martillos no suelen estar equilibrados y tienden a desviarse del objetivo (el clavo), hacia zonas conflictivas (la pared o nuestros dedos).

A huevos: la idea aquí es prescindir de posibles marcas y entrar por la vía rápida. Taladro en mano y a Roma a por todo. Tampoco es recomendable, las paredes dan la apariencia de ser lisas, pero es una ilusión óptica, una utopía. Basta de engaños, no existe la pared lisa, por lo tanto los taladros resbalan en ellas. Así que con esta táctica lo que conseguiremos es un agujero en la pared dos veces el tamaño de la broca y un cúmulo de “arañazos” en varios centímetros a la redonda del lugar del impacto.

Delineante: es la menos agresiva y la más recomendable de todas. No entraña riesgo alguno, ni para la pared ni para nuestra integridad física. Está dividida en dos partes, en la primera haremos una señal (una X, por supuesto) en el lugar de la futura agresión con cualquier objeto que sirva para escribir, (no aconsejamos el uso de estilográficas si luego pretendemos usarlas de nuevo para su uso principal); en la segunda haremos una incisión en nuestra víctima, para ello debemos hacernos con un objeto punzante y con mango, (una barrena sería lo ideal, pero nos conformaremos con lo primero que encontremos, destornillador, cuchillo, abrecartas, un picahielos... Cada uno lo que tenga a mano.), colocamos el arma en el lugar marcado, con suavidad, y procedemos a hurgar con la técnica del dedo meñique, esto es, imitando el movimiento que se hace con el dedo al sacarnos la cera de los oídos.

Decir también que las dos primeras opciones que hemos citado, ante el más que probable fracaso de las mismas, irán inevitablemente acompañadas por las mofas de nuestros observadores, hecho que ayuda poco a nuestra concentración, tan necesaria para un trabajo como este. Como también ayuda poco el que sea justo cuando ya está la marca consumada aparezca la pregunta: “¿estás seguro de que ese es el mejor sitio?”, y es que siempre tendremos un público muy entendido en la materia, y con muchas ganas de tocar los cojones.

Llega otro momento crítico, elegir la broca adecuada para realizar el agujero. Como hace años que no aparecemos por el Leroy Merlín, debemos adecuarnos a lo que tenemos en nuestra caja de herramientas, es decir, una bolsa de plástico. La homologada por la Federación de Chapuzas Caseros es la del PRYCA, ojo, del PRYCA, no del Carrefour. Pero si no tenemos la homologada nos servirá cualquier otra bolsa de plástico de cualquier gran superficie. En dicha bolsa tenemos desperdigado todo nuestro instrumental. Así observaremos, al borde del pánico, que no tenemos brocas y tacos del mismo grosor, con lo cual se nos plantea un buen problema. La solución no es otra que utilizar la broca del tamaño, inferior, más cercano a los tacos de que dispongamos, ya que, si lo hiciéramos a la inversa el taco le entraría tan holgado a la pared como un supositorio a Jorge Javier Vázquez, y no es plan. En todo este entramado de problemas habremos demostrado a la audiencia firmeza y calma, que se note que no hay problema que se nos resista.

Llega el momento clave, la perforación. Aquí debemos actuar como en cualquier otra perforación. Comenzando de manera suave para ir, paulatinamente, de menos a más, aumentando gradualmente la velocidad y el empuje hasta hacer tope. Hay que tener cuidado de no dejarse llevar por el frenesí del momento, ya que entendemos como “tope” donde acaba la broca y comienza el taladro, no más allá. Si nos pasamos de ahí tendremos en nuestra pared un bonito boquete de unos dos centímetros de diámetro y nuestro vecino uno del tamaño de nuestra broca, y tampoco hay que trabajar por amor al arte, si el vecino quiere colgarse sus cuadros que se curre él los agujeros. Una vez hecho tope continuamos como en cualquier otra perforación, encendiendo un cigarro. La única norma que diferencia estas perforaciones de otras es que, en esta, no es norma de buen comportamiento y obligado cumplimiento el hablar con nuestro partener al finalizar el acto, por lo tanto podemos permanecer regocijándonos con nuestro ego en silencio.

El siguiente paso es hacer entrar el taco en el orificio con la técnica por mis cojones. Para ello necesitamos, además del taco, un martillo. Teniendo en cuenta lo citado en la técnica máximo riesgo, para evitar daños físicos, procederemos al acoso y derribo. Sería conveniente no descargar nuestras iras contenidas con el pobre taco, pero una persona blandiendo un martillo no atiende a razones. La palabra delicadeza desaparece de nuestra mente, el martillo nos posee y arremetemos con furia, con los ojos cegados, con lo cual el resultado, aún habiendo acomodado al taco en su nicho, no será todo lo satisfactorio que cabría esperar. Habremos dejado varias marcas en las cercanías del lugar del siniestro, pero bueno, cada artista firma como quiere, ¿no?

Ahora sólo queda introducir la alcayata, para lo cual aconsejamos hacerla girar hasta que esté lo suficientemente encajada. Podríamos usar otra vez el martillo, pero es probable que algún observador nos haya hecho deshacernos de ese tipo de arma, con amenazas de diversa índole.

Y hasta aquí llega nuestro cometido. Cualquier tipo de responsabilidad posterior será ajena a nosotros. Es decir, si el elemento a colgar no está recto será culpa de cualquiera menos nuestra (el pintor, el que lo enmarcó, el tío de la tienda de antigüedades, el arquitecto, los del Ikea... Quien sea menos nosotros.) Nunca aceptemos esta responsabilidad, ni aún en presencia de nuestro abogado.

Una vez más esperamos os sean útiles nuestros modestos consejos.


11 comentarios:

  1. Divertídisimo y a la vez muy real, me has matado con lo de Jorge Javier, todavía me estoy riendo. Un saludo Ramón.

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    1. Esa era la idea cuando lo escribí, así que me alegro que siga funcionando el texto.
      Saludos Esteban!

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  2. Absolutamente real, como la vida misma. Lo que más me ha gustado es "lo del PRYCA", porque en mi familia es un tema muy repetido, Cuando mi madre nos comenta que tal o cual producto lo venden en el Pryca. Ante siempre le decíamos: "Mamá, ya no existe PRYCA, ahora es Carrefour", pero con mi madre no hay caso, seguirá siendo PRYCA aunque lo compre el mismísimo Banco de Santander o Ikea.
    Y en cuanto al proceso, como dije, la misma vida. Aunque no me coloco en ningún personaje: el "chapuzas" es Adrián y yo prometo que no soy "la mirona tocapelotas". Además, tengo una teoría para lo que no queda muy bien: "Siempre se equivocan los que lo hacen. Los que no pegan palo al agua nunca se confunden".
    Gracias por acercarnos a tus textos menos actuales. Besos.

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    1. Es que, por mucho que se empeñen, el Pryca es y seguirá siendo siempre el Pryca, jejejeje
      Igual me animo y rebusco alguno más, :-)
      Besitos!

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  3. Me has hecho reir un buen rato... Me acerqué pensando en escribir algo y la verdad es que he disfrutado muchísimo leyéndote... Es la ventaja de pertenecer al L y E. Un besote.

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    1. De eso se trataba, así que, prueba superada!!! jejeje
      Me alegra haberte hecho pasar un buen rato, Irene.
      Nos leemos por LyE!!
      Un beso!

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  4. OJO, del PRICA, no del CARREFOUR...jajaja, pues si, tú eres de los míos...Este post me ha servido mucho, también para reconsiderar mi concepto del bricolaje, jajajajaja. Creo que es una apología bella y esclarecedora, detrás de una metodología que raya el SUMMUM, en serio, me ha resultado muy divertido. Elevas lo púramente mecánico a valor artístico y es de agradecer.
    Muy ingenioso
    Un abrazo

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    1. Muchas gracias por tus amables palabras, compañero. Lo más importante para mi es que te haya resultado entretenido y divertido. Esa era la idea cuando lo escribí. Y sí, siempre, SIEMPRE será el PRYCA, jajajaja
      Un saludo!

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  5. jajajajaajja... Muy creativo, jajajaja...

    Un saludo, Ramón.

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    1. Gracias, gracias, jejeje... Así eran (más o menos) mis primeros textos. Si consigo dar con alguno más, a lo mejor me animo a publicarlos.
      Saludos!

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  6. Me ha encantado. este tipo de relatos te va genial.

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