domingo, 27 de abril de 2014

#150Palabras (Abril, Aventura, Cabeza): Calma Tensa

Todo empezó aquí. Y este es el capítulo anterior.



El mes de abril tocaba a su fin, como parecían hacerlo las ideas que rondaban por su cabeza. Lo que no tenía fin eran los asesinatos, las notas. Era como si para el dibujante, al final se había salido con la suya y le llamaban así, estuviera realizando una gymkhana, alguna tipo de aventura macabra que sólo tenía sentido en su retorcida mente.

Lo peor era la ausencia de pruebas, tanto físicas (ni adn, ni huellas), como de testigos. Parecía invisible, de no ser por el reguero de muerte.

     ¡Corbinos! —era la voz del comisario Aliaga— ¡A mi despacho!.

Pensó que hasta allí había llegado. Que lo iban a relegar de sus funciones. Que le iban a quitar la investigación para dársela a los listos de la central. En parte estaba preparado para ese momento. Para lo que no estaba preparado era para lo que en realidad le venía encima.


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viernes, 25 de abril de 2014

Día Del Lanzamiento


La historia empezó aquí  y este es el capítulo anterior.



Hoy es el gran día. Es la primera vez que escribo ya desde dentro de la nave. Han sido muy amables hoy conmigo. Me han escoltado hasta la nave miembros del Cuerpo de Elite, me he sentido valorado por eso. He oído que les decían que al mínimo movimiento en falso que no dudaran en disparar a matar. Se preocupaban por mi seguridad, o eso he querido entender. Aún quedan unas horas para el despegue y me están empezando a entrar ganas de mear. Luego se lo comentare...

Queda sólo un minuto y no se si me he dejado la leche al fuego. La cuenta atrás ha comenzado y no la quieren parar bajo ningún concepto, a pesar de ello se lo he comentado, no vaya a haber una desgracia con el gas, pero creo que no me escuchan bien, o bien no quieren escucharme. Esto ya no hay quien lo pare, 10... estoy muy nervioso, 8... se me está empezando a nublar la vista, 5... me tiembla todo el cuerpo, 1... 0... Ignición... Me cuesta oír bien lo que está pasando, creo que me voy a desmayar, lo único que sé es que parece que el lanzamiento ha sido un éxito, se oyen de fondo vítores y el descorche de botellas. Hay una alegría desbordada, desmesurada  me atrevería a decir, oigo gritos de “por fin... ya se ha ido... a ver si hay suerte y no vuelve”. Pero me cuesta oírlos bien, creo que la dosis de Biodramina no ha sido suficiente...


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miércoles, 23 de abril de 2014

3 Días Para El Lanzamiento: Últimos Obstáculos

La historia empezó aquí. Y este es el capítulo anterior.


Hoy ha sido un día de muchos nervios para mí. La proximidad de la fecha de lanzamiento ha sido la causante. Tan nervioso estoy que esta mañana me he cortado afeitándome… la yugular… La sangre y yo nunca hemos sido buenos amigos, y la visión de esos borbotones de la misma en mi reflejo me ha producido un irremediable desmayo.

Lo peor de todo es que han tenido que ingresarme para realizarme una transfusión. No ya tanto por el corte en sí, no, ha sido más bien por el tiempo que han tardado los de la agencia en auxiliarme, ya que han debatido, incluso votado, si era mejor curarme o dejarme morir desangrado.

Afortunadamente no todos aquí me odian. Uno de los jefazos me ha dicho que me iban a hacer algún tipo de indicación, de recomendación, por si se retrasaba el lanzamiento por mi culpa. Consejo de guerra lo ha llamado él.

Ya hay fecha definitiva, pues, para el lanzamiento… o para mi ejecución, depende de mí. Es dentro de tres días. Estos últimos días me están administrando valeriana y Biodramina en grandes dosis y por vía intravenosa, para prevenir, según ellos. Yo creo que exageran, ya casi no me mareo en los traslados de un lugar a otro de la base…

Yo soy (el único) optimista y creo que todo va a salir bien.


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lunes, 21 de abril de 2014

Carmela La Roja

Hoy también tenemos un juego en marcha, en esta ocasión un intercambio de blogs. La idea consiste en que una amiga publica una historia suya en este blog y viceversa. El texto que aparece hoy aquí es obra de Sandra Parente, y su blog es Los lunes a la lluvia. Un blog que si no conocéis os animo a que visitéis ya mismo. ¡Pero ya estáis tardando! 


De repente estaban vivas y, en una exhalación, muertas. A Gabriel siempre le pasaba lo mismo cuando sabía que iban a matar a hembras jóvenes de piernas prietas y piel tersa: encendía un purito. Acostumbraba a hacerlo cuando pensaba en la muerte. Ver aquel humo le recordaba el ambiente cargado por el incienso que tanto disfrutaba siendo monaguillo, y que envolvía las casas en los velatorios. 


                                                            *****  
                                                             
Carmela sentía el aire helado contra su rostro. El viento frío le hablaba de huesos, humus y descomposición. A su espalda estaba el muro del cementerio manchado de sangre. Su corazón corría en una huida frenética que sus piernas deseaban emprender, fugándose del presente.
El hombre que estaba frente a ella aplastó su cigarrillo contra el suelo, mientras otro la apuntaba con su fusil.
―¡Roja de mierda! ― vociferó el falangista que había acabado con el último hálito del pitillo, enseñando sus fauces en aquel grito rabioso. Clavó su mirada depredadora sobre Carmela.― ¿Ves esa tumba de aquí? ―La agarró con violencia del pelo e hizo que se arrodillase. Dirigió su rostro hacia un hoyo recientemente rellenado y lo restregó contra la tierra― Ahí está tu abuelita, puta. Ya nadie podrá esconderse en su casa.
 Carmela hubiera deseado verse a los ojos en un espejo con una pistola en la mano y, al menos, ser dueña de su muerte. Sin embargo dejó de tragar la tierra que, estaba segura, pronto la arroparía y sintió como el hombre se desabrocha el botón del pantalón, frotando su deseo contra su cara.
La mujer pensó en los suyos y empezó a llorar por dentro. No quería darles ese gusto. Recordó las amapolas rojas que había recogido ese día, por el camino, para rellenar el jarrón de su abuela. Desde niña, siempre había visto aquel vaso rebosante de vida y color. Ahora, siempre luciría vacío.
Y de repente vino el silencio entrecortado por sus arcadas, el mutismo coral de una noche que no tendría una mañana y el ruido de una rama rota ahogado en sus náuseas.
―¡Joder! ―gritó el falangista subiéndose a prisa los pantalones y dando una patada a Carmela que quedó tendida en el suelo. Alerta, escuchó como las ramas se rompían desgarrando como un cuchillo el mutismo nocturno.― Deben ser los putos maquis― susurró a su compañero, poniéndose en guardia.
Al escuchar el aviso, el del fusil giró sobre sus talones y apuntó nervioso a la ciega penumbra. No tuvo tiempo para darse cuenta de que su cráneo acababa de ser partido en dos por un hacha.
Trémulo, sintiendo como la sangre salpicaba su rostro, el que quedaba en pie quiso abrir el estuche de su pistola. Sus ojos parecían querer saltar hacia la oscuridad, cuyo peligro le atenazaba. Una rama se quebró, un silbido surcó el aire, y el hacha, inclemente, abrió por la mitad el tronco del falangista. Pero no fue savia la que brotó, sino sangre roja que salpicaba el rostro de Carmela agradecida. 


*****

Gabriel, hacha en mano, acababa de encender un purito. Siempre hacía lo mismo cuando había disfrutado de una hembra joven, de piernas prietas y piel tersa, y estaba frente a su cadáver. Era como quemar incienso en un velatorio. Vio unas amapolas rojas tiradas en el suelo. Las recogió, olió y las dejó sobre el cuerpo de Carmela, desnudo.



Autora del texto Sanda Parente. Si queréis leer más historias de ella (cosa que deberíais) visitad su blog: Los lunes a la lluvia

domingo, 20 de abril de 2014

El Dibujante

La historia hasta ahora (I), (II), (III), (IV) y (V)



Los días pasaban. Las víctimas se acumulaban. Las notas del asesino de los moteles se amontonaban en la mesa del inspector Corbinos. Todo iba en aumento menos las pistas. De eso seguían teniendo sequía. No parecía que el psicópata tuviera intención de cometer un fallo. Un simple error, una brizna de hilo del que poder tirar hasta dar con la madeja con la que poder resolver el caso. Con la que poder poner fin a la sangría de muertes.

El cuerpo de policía había puesto muchos recursos a disposición de Corbinos. De momento le estaban dejando que fuera él quien siguiera al mando de la investigación. Pero mucho se temía él que a no mucho tardar llegaría algún listo de la central, de Madrid, a hacer perfiles psicológicos del asesino. Cómo si eso fuera necesario para resolver un crimen, solía pensar el inspector. Pero a los listos de la central les gustaban mucho los perfiles. Geográficos, psicológicos, etnias de las víctimas, edad, grupo social. Él creía, sin embargo, en las pistas, en las evidencias que se podían ver en el cuerpo o en el escenario. Un asesino no deja de ser un hijo de puta sin escrúpulos. Y un asesino en serie es lo mismo, pero con un ansia de ser reconocido, de jugar a ser más listo que la policía y demostrárselo al mundo entero. Y este cabrón sin duda lo hacía bien.

Aquella semana, puntual como un reloj suizo de los buenos, llegó la llamada.

     Hola, buenos días, quería denunciar que hay un cadáver en la habitación 76 del motel Sol y Luz. —La voz sonaba neutra.
     No cuelgue. El inspector quiere hablar con usted.

Con la valentía que da el saber que está ganando la partida, el asesino de los dibujos espero pacientemente al otro lado.

     Sabes que te vamos a coger, ¿no, bastardo? —La voz de Corbinos estaba llena de odio.
     Buenas tardes para usted también, inspector. —La del dibujante parecía divertirse con la situación— Eso espero, por su propio bien. Y el de las futuras agraciadas, claro.
     ¿Por qué no paras? Si lo dejas ahora, si demuestras buena fe…
     Vamos, Corbinos, ¿en serio cree que voy a caer en esos jueguecitos? Yo quiero que me pare, y usted quiere pararme. No podemos dejar el juego en tablas. No sería divertido. Tengo que colgar.
     ¿Qué prisa hay? ¿No quieres darme algún detalle más? ¿Reírte de mí?
     No. No me río de usted. Le respeto mucho. Lo suficiente como para saber que está rastreando la llamada y debo colgar. —La frase se fundió con el tono de la línea.

Efectivamente, estaban rastreando la llamada. Pero el asesino había sabido cortar a tiempo como para no poder tener una ubicación exacta de la misma.

Una vez en el motel la escena era la misma de siempre. Una mujer de unos treinta años, morena, de clase alta y profesional. Como siempre parecía estar posando para alguna clase de artista. También estaba la nota de rigor, dirigida al inspector:

Ambos sabemos que cada día que pasa estamos más cerca de conocernos en persona. Si no lo hemos hecho ya, ¿ha pensado en ello, inspector?

Sí que lo había hecho. Incluso estaba cada vez más convencido de que era así. Sin embargo no reconocía la voz. Podía estar deformada de algún modo, pero no lo parecía, daba la sensación de ser una voz real. Pero no la ubicaba.

En esta ocasión había una novedad, en el interior del sobre se encontraban unas fotos. En unas se podía ver la escena de cada uno de los crímenes y en otras dibujos, a lápiz algunos, como bocetos, de cada uno de los cadáveres. También había otros dibujos, de las víctimas, acabados, a acuarela o algo parecido, él no era un experto. Y otra nota:

Por favor, no me sigan llamando el asesino de los moteles, prefiero algo del tipo el dibujante. Aunque lo dejo a su parecer. Un saludo y hasta pronto, inspector Corbinos.



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